⛪10.⛪

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C A P I T U L O 10.

—¿Laura?

Obscuridad...

La sombra...

El lago...

—¡No! —Grité y abrí los ojos. —No, por favor, yo... —Susurré.

Los chicos frente a mí me miraban con sorpresa reflejada en sus miradas, pero, sobre todo, confusión.

El de ojos grises intentó abrir la boca para hablar, pero Matías elevó su mano en señal de que hiciera silencio y habló él:

—¿Qué hacías allá afuera en medio de la madrugada? —Su expresión era dura, de autoridad.

Tragué saliva y miré a Felipe en busca de apoyo o algo así pero tenía la misma mirada interrogatoria de un padre molesto con su hija por ir a una fiesta sin permiso.

Eso me hizo recordar... Papá... Mamá...

Un nudo se formó en mi garganta y apreté las sábanas que me cubrían desde la cintura, con mis puños. Los extrañaba tanto que podría volver corriendo si pudiera, aunque sé que el camino no es nada corto.

Comencé a recordar todo lo que había sucedido la noche anterior y me sentí aún peor, pero, en lo más profundo de mi mente, sabía que todo esto había sido mi culpa. Todo había mejorado hacía ya tiempo, pero hice que me enviaran aquí y ahora no sé cómo podré librarme de nuevo, no creo poder resistir un tercer golpe. No resistiré un tercer golpe y lo sé. 

Pensé miles de veces y el pensamiento rondaba cómo alma en pena, dentro de mi mente. No sabía si decirles de una vez la verdad y dejar de mentir cómo toda mi vida he hecho, o decir la verdad por una vez y poder quitarme un gran peso de encima, pero las dudas me acechan cómo hienas hambrientas.

—Yo... —El recuerdo de mis padres voló a mi mente y me comencé a sentir peor que mal. Pero finalmente, me decidí sobre qué decir: —No lo recuerdo.

Maldije por dentro. Pude pedir ayuda, pude decirles qué era lo que sucedía en realidad, pero no lo hice. Perdí una gran oportunidad que posiblemente no se presentaría en un largo tiempo y la cuál era:

Dos personas cómo ellos.

Dios, ayúdame, por favor. No puedo sola con esto.

—Laura. —Me llamó el moreno. —Dime, ¿qué hacías allá afuera en la madrugada, mientras llovía? —Buscó mi mirada e hice lo posible por no mantenerla con la suya.

—Te dije que no lo recuerdo. —Respondí de mala gana sosteniendo las ganas de querer gritar hasta quedarme sin voz.

Felipe se levantó de la cama consternado y se paró en el marco de la puerta apoyándose en un hombro, pasó una mano por su rostro y Matías no desvió su mirada de la mía hasta que se giró un segundo a mirar al chico que se encontraba en la entrada y ambos intercambiaron una mirada muy seria.

—Déjala. —Pidió el chico mirándonos a ambos. —Deja que se calme, luego hablaremos con ella. —Movió la cabeza hacia un lado indicándole que se fuera. 

—Bien. —Soltó con arrogancia y se levantó a toda prisa para salir de la habitación dejándonos a ambos solos.

Miré hacia otro lado que no fuera la entrada de la habitación e intenté pensar en otra cosa que no fuera lo que él quería lo que le dijera. Si lo recordaba, lo recordaba absolutamente todo, pero no era capaz de decirle todo, nunca lo había sido, siempre había cargado con mi infierno yo sola.

El Templo © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora