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C A P I T U L O     11.


"... Mentir es malo..."

"... Siempre debes ser amable con todos..."

"... Las reglas se crearon por una razón, no debes romperlas..."

"... El demonio es alguien malo, nunca puedes confiar en él..."

"... Honrar a Dios es uno de los principales mandamientos..."

Son las primeras cosas básicas que te enseñan en una familia creyente en Dios.

A mí me las enseñaron.

Una de las cualidades básicas del ser humano, es el miedo. Esa sensación tan escandalosa pero paralizadora a la vez, cuando sientes el corazón en la garganta, tu respiración no es normal y sientes que morirás en ese instante...

La siento cada vez que abro los ojos en las mañanas.

Muchas veces recurrí a la salida más rápida, la cual era: provocar mi muerte. No de la forma más conocida como ahorcarse o cortarse las venas, sino lanzarse de edificios... Cosas que no implicaran tanto sufrimiento, pero, siempre me acobardé porque en cierto modo, me da mucho más miedo, lo que hay después de la muerte que lo que hay en la vida. 

Sentí mi cuerpo estremecerse, pero no por el frío que nos envolvía, sino por todo lo que habitaba en mi cabeza. Agradecí que leer mentes sólo existe dentro de las películas de ciencia ficción.

—¿Me estás escuchando? —Preguntó molesto.

Luego de lo que dijo, discutimos durante un largo rato, insistí hasta que llegó un punto en dónde tuve que parar o él me gritaría hasta cansarse. Se negó a decirme más allá de lo que me dejó dudando.

—No. —Lo miré —. ¿Por qué querías que viniera?

—Sabes más de lo que dices, ¿me equivoco? —Me dio una sonrisa ladina.

Brillante. No solo no me dice nada, sino que también utiliza mis frases.

—Sé más original, no te queda bien. —Rodé los ojos. —¿Por qué dices eso?

Se incorporó en el mismo lugar y me miró fijamente.

—Si yo tengo muchos secretos, no quiero imaginarme cuantos tendrás tú. —Suspiró dramáticamente —. Te observo desde que llegaste aquí, ¿crees que no sé qué mientes sobre todo?

Tragué saliva.

Sentía su pesada mirada sobre mí, pero no me atrevía a encararlo. Temía que se diera cuenta de que, en realidad, si estaba en lo correcto. 

—No digas tonterías, ¿por qué tendría que mentir?  

"...Mentir es malo..."

—Creo que eso deberías preguntártelo a ti misma, no a mí. —Sonrió con cinismo.

Imbécil.

—¡Bien! —Elevé el tono de voz. —Quizás, no soy completamente sincera, pero,vamos, nadie lo es. Son cosas mínimas. 

Intenté sonar cómo si fuera algo completamente normal, pero sentía la duda carcomiéndome la mente y diciéndome que él lo sabía todo, e incluso yo estaba en peligro al lado de estos dos chicos.

—Tranquila. En unas semanas esto acabará, esta conversación quedará en lo profundo de tus memorias y simplemente, volverás a ser una persona normal y patética como todos en el mundo.

El Templo © [✔]Where stories live. Discover now