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C A P I T U L O   4.

Caminamos durante un largo rato, incluso pensé que caminábamos en círculos, en realidad, éste bosque es un laberinto, me sorprende que él lo conozca completamente. Justo cuando pensé que nos quedaríamos en medio del bosque por todo el día caminando de aquí para allá, él se detuvo frente a un arbusto. Mi única reacción fue fruncir el ceño exageradamente. 

Sonrió de lado y levantó con una mano el arbusto inmenso que cubría el bendito paraíso. Era una especie de... ¿Mini Cascada?, sí, algo así. Era hermoso, había un lago no muy grande pero si lo suficiente cómo para verse de película. Inconscientemente toqué el broche de la capa y la solté. 

Se sintió más que bien cuando el viento chocó contra mí, se sintió relajante... Libre. Sonreí de oreja a oreja y emití una risa, me di la vuelta para mirarlo pero el muy encantador se estaba quitando la ropa. 

—¿Qué diablos haces? —Pregunté riendo. Tomé la capa y la lancé encima de una gran piedra. 

—¿Te quedarás ahí parada con semejante lugar frente a ti? —Levantó la vista mientras se quitaba los pantalones. 

Sus ojos se veían hermosos con el poco reflejo de la luz apuntándole. 

—Creo que mejor no. —Sonreí con la boca cerrada y me acerqué a la cascada. Gotas de rocío me cubrían y se sentía muy bien. 

—¿Te da miedo? —Preguntó. No pude girarme para verlo, pues el muy idiota me empujó y caí al agua. Me tomó desprevenida, emergí del agua completamente empapada y él estaba riéndose a carcajadas, intenté mojarlo con las manos pero luego se lanzó de clavado al agua. 

Me dieron unas ganas inmensas de lanzarle una de las grandes piedras que estaban ahí, pero luego salió del agua completamente mojado y se veía... No hay palabras para describirlo, ¿Okay? 

—Eres un idiota. —Me quejé intentando salir del agua pero me tomó de la cintura e hizo que me hundiera de nuevo. Emergí por segunda vez del agua y lo miré enfadada, pero él tenía una gran sonrisa plasmada en su estúpida pero hermosa cara. —Quiero salir, ¿De acuerdo?, hiciste que mi ropa se mojara ahora llegaré empapada al convento y puedo coger un resfriado. 

Rodó los ojos y sonrió negando con la cabeza. —¿Te han dicho que eres algo dramática? —Preguntó ladeando la cabeza. 

Algo. 

¿Algo?

¡¿Algo?! JA. 

—De hecho, siempre, y no algo, lo suficiente cómo para ser la reina del drama. —Contesté mientras miraba hacia la cortina de agua. De repente, un pequeño foco se encendió en mi cabeza y las palabras salieron antes de haber pensado si era correcto o no preguntarle. —¿Conoces al padre Federico?

Asintió con el ceño fruncido. —Preciosa, crecí aquí, conozco a todos. —Se mantuvo en silencio un momento y luego volvió a hablar. —¿Por qué lo preguntas? 

Laura no seas idiota. 

—¿Sabes en dónde está? Escuché que estaba de viaje. —Intenté evadir la pregunta pero fue aún peor, le dió más curiosidad saber por qué rayos estaba preguntando por un padre cuando no tengo ni el mes aquí. 

—¿Por qué lo preguntas? —Repitió.

—Quería hablar con él sobre un tema en específico, ese día que nos encontraste a Isabella y a mí, veníamos del otro convento, no lo encontramos, nos dijeron que estaba en un viaje importante. —Respondí encogiéndome de hombros intentando dar a entender que no era muy importante la razón por la que quería saber de él. 

El Templo © [✔]Where stories live. Discover now