Capítulo IV

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Desconocido:

El deber de un protector siempre es proteger a la presa de algún depredador, pero el trabajo se torna difícil cuando hay muchos depredadores deseando tu presa.

A nosotros nadie nos conoce solo nuestro líder, todos somos un tanto peculiares, tenemos un don que pocos obtienen. No somos aceptados en el mundo que conoces, por eso vivimos en nuestro propio mundo, donde no existe el tiempo, solo existimos nosotros.

A cada uno se nos otorga alguien para proteger desde el día uno de nuestro nacimiento, nacemos vinculados con esa persona por eso cuando la persona muere, nuestra poder debilitar y en algunos casos podemos morir juntos; por ese motivo nuestro deber es proteger a esa persona hasta la edad de los 18 años a partir de ese momento se les otorga el amuleto de la vida eterna y el pase a nuestro mundo, pero en mi caso se esta tornando difícil, ya que la persona que protejo desde hace 3 años corre peligro aparte que posee los poderes de la naturaleza algo que codician algunas mentes ignorantes de la humanidad.

La ciencia puede tener la respuesta de todo pero en casos no, es cuestión de darse cuenta de la realidad en la que vive.

Uno de nosotros huyo hacía el mundo humano en busca de respuestas pero eso mismo provoco su propia muerte, a veces ser sabio no es bueno, hay información que no debe ser descubierta ya que puede traer problemas imaginables.

-Deberás protegerla más, en su futuro veo caos y la muerte de alguien- empieza a decirme la persona que lee nuestros destinos, eso si tiene un 1% de que e destino cambie su curso.

-¿Debería alertarle?- pregunto.

–Debes pero no puede saber de ti, ni de nuestro mundo hasta los 18 años– me dice– También deberás encontrar a tus hermanos semihumanos cualquiera de los dos para que la vigile en tu lugar.

–No creo que estén de acuerdo en hacerlo – le contesto recordando el suceso de hace años.

-Deberá estarlo– me dice–Ellos firmaron un documento con su propia sangre, sino lo hace sus vidas serán cobradas, sabes que para romper el trato debe ser  roto por su propia sangre,es decir su muerte, ellos saben mucho para que estén libres en la humanidad.

–Iré por ser mi destino a seguir.

-Dale esto a tu hermano– me dice tendiendome un collar con un árbol de la vida, todos tenemos uno– Será la manera de reconocerla el día elegido.

–¿Qué será de su familia?

–Llegara el día que conocerás el destino de esas personas.

Tomó el collar y lo guardo en la bolsa del pantalón saliendo del lugar para llegar a la cueva que divide a los dos mundos.

Al llegar la cruzo hasta dar con el final siendo recibido por un bosque de bambú donde el viento golpea dando que el sonido de una flauta suene, ya estoy en el mundo mundano.

(...)

-Vaya, vaya, si es mi querido hermano- me dice mi hermano al llegar a su ubicación.

-El mismo- le digo serio, él es uno que todo se lo toma a la ligera.

-Apuesto que vienes por esa persona- me dice sin rodeo alguno.

Yo solo asiento, se lo que él odia ayudarme en esto o todo lo que torne a esa persona.

-La damisela en apuros ocupa de tu ayuda, nada raro de ver con sus aptitudes de estupidez, nada comparado con los otros dos.

-¿Por qué lo dices?- pregunto confuso.

-No sabe vivir como humana, es muy estúpida- me dice con su risa de arrogancia.

-No digas eso, Flama.

- O vamos deja de defenderla, sabes como es de estúpida, hace tres años casi hace que muriera nuestra gente, no sé porque no la han matado para acabar con nuestra preocupación.

-Dije que dejarás de tratarla así, Flama.

-¿Que te gusta? Si es así que gustos tan bajo tienes, querido hermano.

- Deja de decir estupideces, Flama.

-Como sea, ¿Que debo hacer ahora?

-Darle esto- digo sacando el collar para dárselo.

-Sencillo - dice tomándolo.

-No como crees, no sé lo puedes dar tú...

-Entonces, ¿Porqué no se la das tú?- dice interrumpiéndome.

- No puede saber de nosotros hasta el día elegido- digo.

-Tan absurdo como si fuera diferente a nosotros.

-Es orden de Cristal.

- Como siempre atormentando- dice - Pero como mi vida esta en riesgo lo haré.

-Dile a Leo también.

-Bueno.

-¿Sabes dónde vive?- le pregunto de repente.

-Si, ¿Por que?

-Debo decirle algo a alguien...

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