Capítulo 8: Conociendo al Extraño

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Hoy era uno de esos días donde te sientes la reina del mundo; despiertas temprano, comes sano, y hasta te arreglas con la excusa de que serías de hoy en adelante una persona sana y atlética

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Hoy era uno de esos días donde te sientes la reina del mundo; despiertas temprano, comes sano, y hasta te arreglas con la excusa de que serías de hoy en adelante una persona sana y atlética.

Sé que probablemente mañana desayunaré pizza con coca otravez pero cómo dice Germán hay que aprovechar el bug. Y hoy quería ir al parque a ejercitar mí cuerpo gordito.

— Iré a caminar —comenté cogiendo una manzana del canasto, a Cielo casi se le cae el delantal de la impresión.

— ¿Tú? ¿Maythe Fernanda Carter Gonzáles? —bromea y se acerca a mí comprobando mí temperatura. — ¿Tienes fiebre?

Reí.

— Estoy bien, simplemente creo que hoy es un buen día para ser feliz —ayer Harry y yo habíamos dado un buen show a niños, eso me traía de bastante buen humor.

— Siempre dices eso, no entiendo cómo es que estás siempre de buen humor.

— Los magos no revelamos nuestros secretos —dije misteriosamente y fuí a por la correa de Caramelo para llevarlo a pasear también, tenía tiempo que no salía. — ¡Qué tengas buen día amá!

— Tu igual cariño —se despidió mí madrastra. Era tan temprano que ni siquiera papá se había levantado de la cama, aunque era domingo y el no trabajaba hoy.

Salí de casa acompañada de Caramelo, yo tenía puesto unas mayas negras, combinado con una remera rosa con estampado de Bulma que Germán me había regalado el año pasado en mí cumpleaños.

Creo que ya notaron que soy fan de Dragon Ball.

El parque al que iba era el mismo en el que ayer celebraron la boda, debido a la hora y el día no había mucha gente. Caminé con tranquilidad comiendo de mí manzana, Caramelo iba suelto para que haga sus necesidades y se divierta un poco.

Inspiré el fresco aire de la mañana sentandome bajo un árbol porque ya me había cansado, ésto de las actividades físicas no eran lo mío. Ayer cuando terminé de bailar improvisadamente me quedé bastante cansada, la hermanita de Dante estaba tan contenta que nos obsequió mucha comida y dulces, también se tomaron fotos con nosotros, todo bajo mí super disfraz de Deadpool que habíamos conseguido en una tienda al lado de la veterinaria, la señora de los perritos nos lo compró por haber salvado heroicamente a sus cachorros.

Sonreí al recordarlo.

Un pequeño perrito de cuerpo alargado se acercó a mí moviendo su colita, tenía un listón fucsia en el cuello y sus orejas parecían coletitas. Era un perro salchicha de pelaje negro y ojitos marroncitos.

— Hola preciosa... —asumí que era hembra— Tú si que eres muy hermosa, ajá, sí lo eres —agudicé mí voz cómo tonta y acaricié sus coletitas, ella me lamió la mano moviendo su cola de aquí a allá feliz.

El día que besé a un Extraño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora