El día Veinticuatro.

382 54 40
                                    


Después de la valiosa información que Tarou me dio anoche, he comenzado a vigilar la puerta de R desde muy temprano. A pesar de los nervios estoy emocionada, ya que hoy es nuestro último día, pues decidimos que mañana nos iríamos. Estamos a unas cuantas horas para salir de aquí, por eso necesito entrar ahí y encontrar la restante información que los incriminen con la fabricación de sustancias peligrosas, así como clonación clandestina y sobre todo vender a los siete como armas. No lo voy a permitir, no quiero ver a mi hermano y al resto, formando parte de una guerra que no les incumbe.

Sin embargo, R no ha abandonado su oficina en toda la Mañana.

No pierdo la esperanza por eso una vez más decido volver a pasar junto a su puerta, entonces finalmente lo veo salir y cerrar su puerta.

Tengo que aprovechar esta oportunidad.

—Ena, ¿qué haces aquí?

—Nada estaba yendo a mi habitación a buscar algo —respondo lo primero que se me viene a la cabeza. Espero no se dé cuenta de mi nerviosismo— ¿Vas a volver a salir?

—Sí, vuelvo a Tokio a comprar cosas necesarias para el sustento de este lugar y a resolver un asunto que dejé pendiente la última vez que estuve allí —sonríe, parece muy animado. Bastante más de lo normal—. Por cierto ¿no te gustaría venir? Puede que esté sea una oportunidad de respirar algo de aire del exterior. Ya que no sé cuándo volveré a salir.

—No, no te preocupes —niego con la cabeza al tiempo que le sonrío para expresarle agradecimiento por su propuesta—. Pero estoy algo ocupada para salir —hago una pausa—. De todos modos, gracias. A lo mejor la próxima vez.

Tras la corta charla finalmente se despide de mí y se aleja rumbo al ascensor. Y tan pronto como le pierdo de vista me acerco a la puerta de su despacho. Está es por fin mi oportunidad de oro para entrar a su oficina. Extrañamente no tiene puesto el seguro, me resulta curioso, pero no le presto demasiada atención. Quizás simplemente se despistó.

Una vez dentro, me acerco a su escritorio lentamente y antes de empezar a buscar, miro mi reloj. Marca algo más de las doce del mediodía. Sólo quedan alrededor de 16 horas para abandonar este lugar y que la unidad de investigación especial de Tokio llegue a la isla. Esta misma mañana le conté mis intenciones a Haruto, me dijo que a primera hora de la mañana estarían aquí, para poner fin a todo esto.

Lo único que me queda por hacer es encontrar más información y acabar todo esto, y podremos salir tal y como lo planeamos. Saldremos de la estructura atravesando el bosque hasta llegar a la playa oeste. Ahí nos recogerán y todo está misión habrá finalizado. Una sonrisa discreta se me forma ante aquella idea.

Así que sin más dilaciones tras poner fin a las imágenes en mi cabeza de un futuro fuera de aquí, comienzo a buscar en los cajones uno tras otro, pero no hay prácticamente nada que pueda resultar sospechoso.

Solo me queda por revisar el último cajón, veo que este tiene una cerradura, pero es una cerradura manual, de aquellos, de la vieja escuela. Avispadamente me retiro una horquilla que sostiene mi semirrecogido, e intento forzarlo.

¡Listo se ha abierto!

No he tenido que esforzarme demasiado. Hasta parece que lo hubiesen dispuesto todo para mí, me resulta tan fácil todo, que todo comienza a parecerme extraño. Suelto un soplido y vuelvo a abandonar las maquinaciones de mi mente para centrarme en el contenido del cajón.

Tras revisar varios documentos sin mayor importancia, encuentro una carpeta de color azul en el fondo y un portarretrato, pero del revés. Saco las dos cosas, y las coloco sobre la mesa. Primero me concentro en la carpeta, en el centro de esta lleva escrito: confidencial. Hago un mohín, pues prácticamente me da igual si dice eso y empiezo a inspeccionar. Abro rápidamente la carpeta para leer por encima. La primera página es una hoja de vida de R.

LOS SIETE.Where stories live. Discover now