Capítulo 11

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NARRACIÓN DEL AUTOR.

—No te lastimaré nunca. ¿Qué clase de esposo crees que soy? —Dice Alex mientras limpia una lágrima solitaria en la mejilla de ella con cuidado. Mira su cara y ve que está haciendo una mueca de dolor, baja la mirada y encuentra la marca de sus dientes tan visible, la cual es la causante del dolor de Jane.

Ella está muerta de miedo, gime, sus labios están temblando por el miedo y terminan llamando la atención de él.

Su pulgar que ya estaba en su rostro se mueve para trazar sus suaves labios. Finalmente llega al corte en sus labios y lo rodea. Jane que no sabía que tenía un corte allí, pero con su toque lo siente y hace una mueca de dolor y un gemido escapa de su garganta.

Sin perder tiempo, Alex choca sus labios con los de ella y esta vez se deleita con su suavidad. Le chupa el labio inferior con los labios antes de mordisquearlo con los dientes. Ella se queda quieta por el miedo, y siente un poco de asco, pues su aliento es una mezcla completa de cigarrillos y alcohol.

Ella lucha con sus pensamientos para quedarse quieta y no alejarlo. Porque esta persona no es alguien con quien se pueda razonar. Entonces, lo último que quiere ahora es molestarlo nuevamente y terminar lastimada.

Su mano derecha agarra fuertemente un cojín en alguna parte. Puedes hacerlo. Puedes hacerlo, ella elucubra en su mente, pues no hay un héroe para salvarla. Entonces, ella tiene que ser su propio héroe. Incluso si esto significa entregarse a esta bestia egocéntrica para esta noche.

Puede que ella no sea la chica más hermosa con la que él se haya encontrado, pero todo lo que hace es atraerlo. Alex pone su mano derecha sobre su nuca y atrae su boca más hacia él mientras su lengua entra para enrollarla con la suya. La boca de Jane intenta sincronizarse una vez, pero no puede, ya que él es mucho más rápido y está asaltando su boca frenéticamente.

Llega un punto donde Jane está tan cerca de poner su mano sobre el hombro de él para alejarlo, pero se abstiene a tiempo. Ella quiere decirle que reduzca la velocidad. Pero luego se pregunta: Como se llama. En eso su mano izquierda llega a sostener su muslo con dureza.

Este movimiento repentino hace que Jane salte y ponga ese pequeño cojín que sostenía sobre su pecho desnudo por simple reflejo.

Él se da cuenta y no le importa. Porque su mano izquierda está tan ocupada en su muslo tratando de encontrar el dobladillo del vestido. Y es en este momento que él rompe el beso y nota que su vestido es largo e incluso cubre sus rodillas.

—Desnúdate —le ordena, mirándola a los ojos con las cejas levantadas.

Ella parpadea dos veces, baja la mirada avergonzada y luego trata de asentir. Pero no puede. El dolor, el miedo y la ira son las emociones mezcladas en ella. Pero aun así, encuentra que su mano derecha se mueve hacia su espalda tratando de encontrar la cremallera y ella hace todo lo posible por ignorar la severidad en sus ojos.

Parece divertido por un segundo. Verla someterse es un placer que nunca olvidará. Lo intenta una, dos y tres veces, pero no encuentra la cremallera. No es su error porque la cremallera se rompió en el momento en que le arrancó el vestido de los hombros.

Jane lo mira y descubre que se está poniendo muy impaciente. La lujuria y la ira en sus ojos son demasiado para ella.

—Lo estoy intentando —Ella dice más como un susurro.

— ¿Parece que me importa? —Él le pregunta con un tono muy serio que la hace sacudir hasta el fondo. Con un movimiento rápido, la atrapa de su cintura, la atrae hacia adentro y estrella sus dientes en su clavícula. La piel de ella arde bajo su toque. Él hace que su cabeza se incline hacia atrás para que le dé más espacio allí en su cuello, luego mordisquea la piel suave y sensible con sus dientes y trabaja en marcarla.

Mientras tanto, su mano viaja hasta su rodilla y encuentra el dobladillo del vestido. Hace un puño allí y rasga el vestido hasta la parte superior del muslo de una vez. Todo el cuerpo de ella se sacude con este acto y quiere enderezarse, pero la boca de él sobre su hombro la mantiene allí. Alex no se detiene allí y rasga su vestido exponiendo más su vientre esta vez.

Las dos manos de ella se adelantan para agarrar ese pequeño cojín contra sus pezones en un reflejo mientras se abraza con fuerza.

Una vez más y su vestido no estará allí para cubrirla. Pero él no lo hace. En cambio, su mano viaja a su muslo. Jane cierra los ojos por lo que va a suceder, y siente esa mano grande e insensible moverse hacia su muslo interno.

Puedes hacerlo, todo está bien. Ella trata de decirse a sí misma. Hasta que sucede lo inevitable. En el momento en que la toca, por encima de su ropa interior de algodón, su mente se vuelve loca. Y antes de que pueda procesar, las palabras salen de su boca: —Por favor no —Ella suplica, con los ojos aún cerrados.

Él, que estaba ocupado marcando su hombro, mira hacia arriba.

— ¿Escuché algo? —pregunta con una advertencia en su voz mientras su mano izquierda ejerce presión sobre su parte más íntima.

Ella abre los ojos. "¿Por qué haces esto conmigo?" Está escrito en su cara, pero no se atreve a decir una palabra, excepto: —No.

—Bien —susurra él, mirándola a los ojos.

Aunque no hay lágrimas, sus pestañas todavía están húmedas.

Él no rompe su contacto visual cuando empuja esa pequeña tela ya empapada a un lado y mueve sus dedos sobre su suave raja afeitada. Luego posa su mano en la parte donde ningún hombre la ha tocado, excepto su ex marido. Esto la hizo romper su contacto visual cerrando los ojos, después inclina la cabeza y abre la boca para aspirar el aire.

Él nota que su vagina ya está empapada y palpitante por el deseo. Es muy sensible a su toque. Puede oler su excitación y sabe que ella también.

Alex la mira, y la vista de su rostro lo hace ponerse salvaje y duro entre sus piernas, tanto que le duele. Sí, siente dolor por ella. Él mueve sus labios a sus oídos y pregunta en un tono severo: — ¿Por qué estás afeitada allí? ¿Estás cogiendo con alguien?

Ella abre los ojos para mirarlo y en su rostro aparece un ceño que no le gusta a él, quien aprieta la mandíbula y con su mano izquierda comienza a frotar su clítoris sin piedad.

Ella tira su cuerpo hacia atrás mientras deja escapar un pequeño jadeo y en el siguiente momento, las manos de él atrapan su brazo izquierdo para detenerlo.

Él mira sus manos suaves y temblorosas en su fuerte y musculoso brazo.

—Sabes que no puedes. Ríndete y respóndeme —dice con una sonrisa malvada.

Y parece muy impaciente por escuchar sus palabras.

Sin saber qué debería decirle o por qué le importa, Jane hace todo lo posible por responder, pero no puede.

—Jane, estoy esperando —Vuelve a hablar con un tono alarmante.

Ella se sobresalta. Y sus mejillas se vuelven de color rojo tomate.

—A mí me gusta mantenerme limpia —le responde sin pensar mucho esta vez y con la cara hacia abajo.

Jane, que no lo mira a los ojos, no ve que sus ojos se oscurecen aún más. Luego la coge de la barbilla y la hace mirar hacia arriba. Mientras tanto, él saca su mano izquierda de su ropa interior y limpia los dedos en su muslo desnudo.

—Oh, querida Jane, ¿qué debo hacer contigo? Eres tan dulce. Tan dulce y limpia que quiero ensuciarte. Y me divertiré mucho haciéndolo — susurra juguetonamente, coge el cojín que cubre su pecho y lo arroja al suelo.

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