Capítulo 33

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—Alex, hay alguien en la puerta —Jane le tocó el hombro mientras se frotaba los ojos atontados. Encontró su cabeza recostada sobre su pecho. Su único brazo y pierna la aseguraron su lugar, ella trató de sacarlo, pero él era más pesado de lo que esperaba. La puerta llamó de nuevo. Esta vez le dio una palmada en el hombro y él seguramente se movió y levantó la vista. En el momento en que sus ojos grises la encontraron, ella inhaló profundamente antes de tartamudear.

—E-Hay alguien en la puerta".

La puerta fue golpeada nuevamente. Salió de la cama en un segundo dejando que Jane suspire de alivio. Ella lo vio sacando su bóxer del piso antes de abrir la puerta.

Podía escuchar a Andrea decir algo en la puerta. Con la sábana envuelta alrededor de ella, ella también salió de la cama. Pero luego, notó que Alex salía de la habitación dejando a Andrea en el marco de la puerta.

—¿Qué pasó, Andrea? —Jane preguntó.

—Hay algo debajo de mi cama... —Dijo y Jane notó que sus ojos se llenaron de lágrimas. En ese instante supo que tenía un mal sueño, pero esperó a que Alex volviera.

—No hay nada debajo de tu cama o en tu habitación —Alex salió confundido.

Jane la miró como si tratara de decirle algo, pero cuando él no se dio cuenta, ella se dio por vencida.

—Tengo miedo —dijo Andrea mientras abrazaba la pierna de Jane.

—Voy contigo. ¿Bien? —Jane dijo y se fue con Andrea sin mirar a Alex.

Ella trató de hacerla dormir mientras la acariciaba lentamente. Y terminó durmiendo en el suelo con la cabeza apoyada en la cama.

Alex se despertó temprano en la mañana. Buscando a Jane, llega a la habitación de Andrea. Parecía tan inocente, pero él notó lo incómoda que estaba en esta postura antes de dejarlos solos.

Ella se movió cuando encontró a alguien sacudiendo su hombro. El olor a café recién hecho le llenó la nariz. Levantó la vista para ver una taza e inclinando la cabeza notó a Alex. Llevaba la misma ropa de ayer.

—Gracias —murmuró mientras tomaba la taza.

Se notó en esa sábana blanca. Sus mejillas se pusieron rojas al instante.

—Iré a cambiarme —Dijo mientras trataba de levantarse del piso. Pero luego, ella notó que él le ofrecía la mano que ella tomó.

Todavía sosteniendo su taza, salió de la habitación. Al entrar en el dormitorio, saca el vestido del suelo.

¿Qué demonios estás haciendo, Jane? Se suponía que debías lastimarlo. Encuentra su debilidad y hazle daño. ¿Pero qué estás haciendo? ¿Disfrutas del sexo y juegas en casa?

La última noche brilló. La forma en que se sentía en ella, la forma en que la monta. Sus gruñidos y sus gritos eran todo lo que podía recordar.

—Despierta, Jane, él no es un buen hombre —Murmuró en pánico para ella mientras se secaba.

El café era genial tanto como él era un monstruo. Salió de su habitación para encontrar a Alex entrando. Él se cernía sobre ella con una sonrisa juguetona.

—¿Qué? —Ella preguntó.

—Te ves diferente cuando haces alarde de tus mordiscos de amor.

Miró hacia abajo para encontrar que el vestido era lo suficientemente profundo y no hacía nada para ocultar las marcas.

Alex notó cómo sus mejillas se pusieron rosadas mientras mordía su labio inferior con una mente ausente. Ella se ve avergonzada.

—Iré a buscar algunos ungüentos —Murmuró mientras trataba de pasarlo para que Alex la agarrase del brazo y la tirara hacia él. Un pequeño jadeo escapó de sus labios dejándolos separados.

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