"𝑵𝒂𝒓𝒏𝒊𝒂 𝒚 𝑯𝒐𝒈𝒘𝒂𝒓𝒕𝒔; 𝒅𝒐𝒔 𝒎𝒖𝒏𝒅𝒐𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆𝒏 𝒖𝒏 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒐 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒔𝒐𝒃𝒓𝒆 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒖𝒏 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒐 𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒐"
Hermione Granger es la bruja más brillante de su edad, acostumbrada a siempre...
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⚜𝑾𝒉𝒂𝒕𝒆𝒗𝒆𝒓 𝒉𝒂𝒑𝒑𝒆𝒏𝒔 𝒊𝒏 𝒕𝒉𝒆 𝒇𝒖𝒕𝒖𝒓𝒆 𝑻𝒓𝒖𝒔𝒕 𝒊𝒏 𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒚⚜
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Destino. Una palabra interesante pero aún más lo era cuando se volvía cierta.
Edmund Pevensie creía en el destino, sin embargo lo que sucedería en aquella tarde sería tan repentino y estrepitoso como un relampago en plena tormenta, algo que jamás lo habría podido predecir o tan si quiera imaginar...
La semana después de la coronación de Caspian se pasó entre caminatas por el bosque y juntas para ver por el bien de la nación. Aslan acudió a ellos el día en que parte de los telmarinos más cercanos a Miraz partieron a través de un portal nacido de un árbol. Aslan solicitó su estadía por un prolongado tiempo a lo que él definió como la espera del nacimiento de algo nuevo, palabras que ninguno de los Pevensie supieron interpretar hasta ese día...
—¿De que criatura creen que se trate?—preguntó curiosa Lucy ajustando las riendas de su mochila, sin perderle el paso a los demás.
—Sea lo que sea le daremos fin—Peter desvainó su espada cortando la rama de un árbol como si degollara la cabeza de la bestia—. ¿Como va el registro Su?.
—Dos muertos y con el granjero de esta mañana, ya suman tres víctimas que quedan...
—En extrañas condiciones—atinó la respuesta que su hermana no pudo encontrar, ¿y como no saberlo?, si Edmund había estado dedicando especial atención al caso que extrañamente revolvía su concentración y contradicción; pues nada se asemejaba a algo que cualquier narniano hubiese visto antes.
El impacto de la respuesta hizo que el resto la imaginase en mayúsculas.
—Pero siguen con vida—Lucy trató de devolver las sonrisas al rostro de los demás—, o por lo menos eso creemos.
—Podría tratarse de una criatura del ejército de la Bruja Blanca—inquirió Caspian sintiendo una espina de miedo en el corazón, clavándose lentamente mientras el bosque se oscurecía y el sonido del crujir de las ramas resonaba, llebaba tan sólo un par de días en el trono de Narnia y el caos amenazaba con reinar de nuevo.
Nadie respondió a ello, concentrándose en el caer de las hojas de los árboles, como profetizando el caer de un imperio.
Un cristalino lago los recibió, sus aguas descansaban perfectamente tranquilas, los brillos del sol reflejaban destellos de gloria y paz, la hierba les llegaba hasta las rodillas, y el aroma a lodo resultaban en una combinación de un mundo feliz, sin embargo algo seguía desconcertando al joven rey Edmund.
—Aquí hallaron los cuerpos—señaló Edmund el contorno del lago.
El sumo monarca rodeó el lugar, con los brazos cruzados y los pasos perfectamente fuertes, como un detective en busca de evidencia. No tenía miedo, pero si tan sólo hubiese sabido lo que aquella tarde enfrentarían; el alma entera se le hubiese hecho añicos.
