"𝑵𝒂𝒓𝒏𝒊𝒂 𝒚 𝑯𝒐𝒈𝒘𝒂𝒓𝒕𝒔; 𝒅𝒐𝒔 𝒎𝒖𝒏𝒅𝒐𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆𝒏 𝒖𝒏 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒐 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒔𝒐𝒃𝒓𝒆 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒖𝒏 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒐 𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒐"
Hermione Granger es la bruja más brillante de su edad, acostumbrada a siempre...
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El frío de la noche golpeaba contra sus cuerpos, fue en ese instante en donde caminaban rumbo a la cabaña de Hagrid que los cinco herederos de Merlín desearon haberse llevado sus túnicas consigo, pues el frío les roía los huesos.
En cuanto llegaron a la cabaña de Hagrid, él ya los esperaba con linterna en mano mientras Fang movía su cola de alegría al verlos.
—¡Hagrid!—le saludó el trío de oro a lo que Hagrid respondió con una sonrisa.
—Dumbledore nos mandó—indicó Harry.
—Así es, al parecer Dumbledore considera que ha llegado el momento—señaló Hagrid con el viento soplando sobre su cabello y barba—. Siganme y no se separen. Recuerden lo engañoso que puede ser el bosque prohibido.
—Como olvidarlo—añadió Ron tembloroso haciéndose de todas sus fuerzas para no pensar en las arañas que esa jaula de árboles albergaba.
Fue así como se internaron en el bosque cada uno levantando su varita con la punta de ésta brillando luz blanca, gracias al encantamiento "Lumos". Los altos árboles del bosque estaban cercanos unos a los otros lo que hacía que cualquier movimiento en falso hacia que tu pie podía caer presa de las raíces levantadas entre el pasto o el interponerse en tu camino de los troncos huecos. Ginny a diferencia del resto nunca había entrado al bosque prohibido pero no se echaría para atrás con la misión que Dumbledore les había encargado por lo que levantó bien su varita para iluminar sus pasos y seguir caminando.
Hagrid sabía perfectamente a lo que iban y aunque en el camino Hermione y Ginny le cuestionaron sobre de ello, Hagrid no reveló ningún detalle, limitándose a seguir al pie de la letra las indicaciones de Dumbledore, guiando a los chicos a través de la negrura del bosque con linterna en mano, la ballesta echada al hombro y Fang olfateando las hojas y raíces de los árboles.
—¿Quien es un buen perro?. ¡Tú lo eres!—Malfoy no dejaba de razcarle las orejas a Fang, quien disfrutaba ampliamente el gesto. Fang adoraba a todos por igual si tenías uñas para razcarle la panza o las orejas él te adoraría.
—Esto es tan extraño...—exteriorizó Ron a Harry mientras ambos observaban a Draco con una mueca en los labios.
—¿Qué me ves Weasley?—se quejó Malfoy mientras se levantaba.
Tanto Harry como Ron se levantaron de hombros, permaneciendo en su lugar para que Draco y Fang se adelantaran.
—No puedo creer que tengamos que convivir con él—se cruzó Ron de brazos.
