01. Ayúdame, estoy en la niebla.

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》Ayúdame, estoy en la niebla.

Comencemos nuestra historia en Japón. Cuando la lluvia inundaba las calles y las goteras hacían presencia en los techos. La electricidad se corto al poco rato de que aquel diluvio se desatara, pero Ash continuaba sentado en el suelo de la sala mientras abrazaba con ambas manos la taza de té hirviendo y escuchaba con interés la riña que sus suegros mantenían. 

—Y yo digo que se quedara en la sala —sentencio la mujer después de arrebatarle a su marido la bola de nieve que su hijo había traído a casa. 

Eiji, el hijo mayor de aquel matrimonio, había regresado a casa después de cuatro largos años intentando conseguir el titulo en periodismo. Pero no regreso solo de la ajetreada New York, pues cuando sus padres le abrieron la puerta para darle la bienvenida, se encontraron con un chico americano y dos enormes maletas a punto de estallar por la cantidad de obsequios y recuerdos que escondían en su interior. 

Entre tantas cosas se hallaba una bola de cristal con la estatua de la libertad en su interior, también causante de aquella discusión marital. 

—Se romperá enseguida si la dejas aquí. —sentencio el hombre desde el suelo.

Ash no decía nada. Le causaba algo de gracia la situación, y mas cuando todos sabían lo terca que podía llegar a ser la mujer. Pues, mientras que su suegro y el se hallaban tirados tranquilamente sobre el suelo bebiendo té con galletas, ella estaba empeñada en acomodar los adornos que junto a Eiji habían traído, aun cuando le insistieron en que descansara y esperara hasta que la lluvia cesara, o la luz regresara como mínimo. 

Se escucharon pasos acercándose a la sala. Ninguno se inmuto. 

—¡Ash! ¡Lo tengo! 

—¡Eiji!— grito la mujer en cuanto sintió el empujón a sus espaldas. Haciendo que la bola de cristal cayera al suelo.

El anciano suspiro en rendición.

—Lo siento, lo siento... —repetía el japones mientras intentaba recoger los pedazos de cristal en el suelo. 

En ese momento Ash tomo de los hombros a su suegra mientras le pedía con ahincó que se apartara de aquel desastre mientras se encargaba de secar el suelo. La luz de las velas era mínima, y por las ventanas no se asomaba ni un poco de luz lunar, así que para los jóvenes fue toda una hazaña ir a la cocina por trapos y regresar sin cortes en los pies. 

Pero algo ocurría con Eiji, pues frotaba el suelo con rapidez y le dio poca importancia al corte que un trozo de cristal ocasiono en la palma de su mano. Nada grave, pero fue suficiente para que el rubio detuviera sus acciones y le obligara a mirarlo en medio de la oscuridad. 

—¿Y a ti que te esta pasando? —preguntó enseguida. 

Él no le respondió. Rápidamente y con la mano manchada de sangre, saco del interior de su bolsillo una hoja doblada en dos y se la entrego. 

—La Mansión Akasaka —dijo, como si aquello fuera suficiente para que su pareja entendiera la razón de su ansiedad. 

Ash le miro extrañado mientras optaba por ojear el papel entre sus manos. La letra de Eiji era inconfundible, y tan solo leer las primeras lineas causo que los vellos de sus brazos se erizaran enseguida. 

MANSIÓN AKASAKA

*alto nivel de actividad paranormal

*se llego a la conclusión de que la causa principal son los múltiples suicidios por parte de los huéspedes.

—Iremos a Tokyo, sera nuestro primer reportaje. —dijo con ilusión el muchacho de cabellos oscuros. 

The Gang || AshEiji Where stories live. Discover now