EPÍLOGO

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Este capítulo está sin editar, así que es probable que se encuentren más errores ortográficos de los normales :)




Sentía como los nervios corrían por mi cuerpo, mis manos sudaban y no dejaban de temblar. Repetidamente tocaba mi cabello, en busca de perfeccionarlo, aunque con la ayuda de Kate eso no era necesario. Pasaba mis manos una y otra vez por la falda del vestido, intentando secarlas, tarea imposible ya que volvían al mismo estado luego de un rato.

Nunca estuve tan ansiosa y nerviosa, ni siquiera cuando estaba por tener a Katherine. Sentía como si un mínimo error lo iría a arruinar todo, pero sabía que eso no era posible. La tía Kate sostenía a Harry en sus brazos, mi bebé recién nacido, con una sonrisa de orgullo plasmada en su rostro.

Gilbert y yo decidimos posponer la boda hasta que el niño que crecía en mi vientre naciera y pudiera estar en tal reunión. En ese año mi vida cambió para mejor. Decidimos que sería mejor mudarnos a un lugar más cerca del trabajo de Gilbert, ya  que era todo un viaje de ida y vuelta todos los días, lo cuál se volvía cansador para él; la casa Blythe seguía siendo nuestra propiedad, solo que se la alquilábamos a unos inquilinos que se veían muy interesados en la casa antes de si quiera decidir mudarnos.

El cambio fue totalmente positivo, yo conseguí trabajo en la escuela como maestra de matemáticas en donde Kate y Cedric asistían a clases diarias, aunque cuando nació Harry tuve que tomarme un tiempo para hacerme cargo del bebé.

Su llegada fue más que bienvenida, ambos, Kate y Cedric, se veían emocionados por la llegada del nuevo miembro, ambos habían votado que se llame Príncipe, pero la idea fue rápidamente descartada ni bien fue planteada. Los niños estaban felices por el cambio, y ambos hicieron sus amigos rápidamente.

Cedric ya tenía catorce años, y después de tres largos años juntos, el me reconoce como su madre, un gran logro para mi ya que antes me llamaba Amy o señora, lo cuál me hacía sentir diez más vieja, pero nunca lo corregí, hasta ese día en el cuál llegó llorando a mis brazos por que decía que sus amigos ya no querían jugar más a la pelota con él.

"Ya no me quieren, mamá" había dicho en ese entonces, aunque suene egoísta, no podía estar más feliz de que estuviera así, pero igualmente lo acuné en mis brazos y lo consolé, diciéndole cosas como: "Ellos no te merecen" o "No quieren que juegues porque eres mejor que ellos" y así y cuando al fin estuvo mejor fui emocionada a Gilbert a contarle el acontecimiento recientemente ocurrido, el cuál se alegró profundamente. Él no había tenido problemas con el título con Kate, ya que unos meses de comprometidos ella ya lo llamaba papá, lo cual entiendo ya que ella nunca tuvo una fuerte figura paterna en su vida, y al fin la encontró con Gilbert, por eso mismo nunca presioné a Cedric con el tema, ya que sabía que el tenía su propia madre, aunque últimamente no estuviera muy presente.

Hablando de Lucy, recientemente me enteré por parte de Gilbert que ya no se ponía muy en tacto con su hijo, ya que ella misma había formado su propia familia por su lado.

Cedric obviamente estaba triste por la ausencia de su madre biológica, pero no le dio mucha importancia porque la noticia del nuevo hermano acaparó todo su tiempo, puedo decir que él estaba tan emocionado como Gilbert, y no veía la hora de que creciera para enseñarle a jugar a la pelota.

Kate y Cedric se hicieron realmente cercanos en los últimos años, él ya actuaba como el hermano sobre protector que Kate siempre quiso tener, aunque realmente no había mucho de que protegerla porque Kate se veía muy poco interesada en los niños en ese momento.  

Volviendo al punto, los nervios me consumían.

Estaba inquieta, sudada y probablemente pálida, pero lo único que me tranquilizaba era imaginarlo, al final del pasillo, esperando por mi, para tomar mi mano y casarnos.

Gilbert había sido mi apoyo durante estos años, desde que nos vimos, ayudándome a pasar el tema de volver con Kate, hasta a alentarme a hacer la entrevista de trabajo para ser la maestra del colegio en el que trabajo actualmente. Había estado en el parto de Harry, sujetándome la mano, aguantándose el dolor mientras yo luchaba para sacar al niño de mi, aunque suene asqueroso como lo digo, ese día fue mágico, donde di a luz al fruto del amor entre Gilbert y yo. 

Ellos cuatro eran la luz que alumbraban mi día, desde que me despertaba en la madrugada por Harry llorando hasta acurrucarnos en la cama porque tenían pesadillas.

Nunca se me hubiese imaginado que así sería mi vida, tan perfecta.

Obviamente en toda familia están las discusiones, pero siempre se suelen resolver rápidamente, todavía eran pequeños y nos hacían caso, todavía.

- Ya es la hora, corazón - habló Kate sacándome de mis pensamientos, Harry había desaparecido de sus brazos, y me pregunté cuánto tiempo habré estado pensando en lo suertuda que era por tener esta vida.

- De acuerdo - dije mientras me miraba una última vez, buscando algo que esté fuera de lugar, encontrando nada. 

Kate tomó mi brazo, entrelazándolo con el suyo, con mi padre ausente, decidí que sería ella quien me dejara en el altar.

La música se escuchaba a través de las puertas de la iglesia, mis nervios se hicieron presentes de nuevo, pero ni bien abrieron la puerta, verlo ahí, con esa sonrisa que ilumina la habitación, todo signo de nerviosismo desapareció, y con la sonrisa más grande que mis labios podían dar, empezamos a caminar.

Mis piernas temblaron cuando por fin llegué, subí los pequeños escalones y me posicioné frente a él.

- Estás hermosa - agregó.

- Tu no te quedas atrás - respondí con un guiño.

El traje negro que traía le quedaba a la perfección, la corbata roja, combinada con las rosas que traía en el ramo, le daba el toque. Nos sonreímos mientras el curo hablaba.

Las miradas de los presentes estaban en nosotros. Mis hermanos de Francia, los mellizos, viajaron hasta aquí para presenciar el acontecimiento, pero mi madrastra y padrastro al no aprobar mi relación, decidieron ausentarse. Les sonreí y volví mi atención a las palabras que salían de memoria de la boca del señor mayor que nos estaba casando.

- Gilbert Blythe,  ¿quieres recibir a Amabeth Morgan Sharlie-Donovan como esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida?- pregntó el sacerdote.

- Si, acepto - contestó Gilbert, mirándome a los ojos, felicidad se  veía en sus ojos.

- Amabeth Morgan Sharlie-Donovan, ¿quieres recibir a Gilbert Blythe, como esposo, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

- Si, acepto.

- Los declaro, entonces, marido y mujer, puede besar a la novia - dijo finalmente el sacerdote. Gilbert se acercó a mi y plasmo sus labios contra los míos, tomando mis mejillas entres sus manos, los aplausos se escuchaban en el fondo. 

El momento más feliz de mi vida, mi familia estaba completa y definitivamente no necesito nada más.


¡Fin!

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