Parabatai perdido.

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Alec a sus 14 años de edad ya era un luchador brillante, sobresalía en sus clases y entrenamiento, era un digno Ligthwood, sin embargo, hace un par de semanas que había elegido su arma, el arco, sus padres trataron de persuadirlo ya que si bien, su hijo tenía potencial, no era un maestro en el área. Por eso mismo aquel pequeño se había obsesionado con mejorar, cualquier otro hubiera simplemente cambiado de arma, pero incluso a esa edad, la perseverancia y determinación de Alexander Guideon Lightwood eran sorprendentes.

Entrenaba todos los días, más horas de las que ningún otro miembro del instituto, esa tarde planeaba quedarse hasta tarde con su arco, igual que todos los días, pero ese no sería un día normal, marcaría un cambio total, para muchas más personas de las que Alec imaginaba.

Su madre había hablado con él e Isabelle al respecto y aunque en su momento ambos parecieron escépticos ante la idea, jamás se hubieran atrevido a negarse. La pelinegra incluso había sugerido hacer una fiesta de bienvenida, sin embargo, considerando las circunstancias, todos acordaron que tal vez una fiesta no era lo más adecuado y se restringirían a recibirlos como familia. Cosa que cabe mencionar, Alec olvido.

Tenso la cuerda del arco tal vez por cuarta vez en el día y respiro apuntando, había tres dianas de arquería frente a él, lanzo la primer flecha, esta dio en el color negro, demasiado alejada del centro para el gusto exigente de Alec, dio un par de pasos mientras acomodaba otra flecha que tras ser lanzada se clavaria incluso más lejos del centro que la primera. Alec sintió la frustración invadiendolo y tal vez fue por eso que tiro de la cuerda demasiado fuerte, provocando que esta se rompiera y que la tercera flecha que había sido preparada por el joven saliera con una trayectoria totalmente errónea enterrándose en una de las columnas de la sala y provocando que un rubio de 13 años que tenía pensado apoyarse en esa columna brincara hacia atrás evadiendo por poco aquella flecha.

-¡Wow!- exclamo -Deberías tener cuidado

-Lo siento- dijo Alec rápidamente bajando el arco -Mamá y papá dijeron que llegarían a las cinco.

-Bueno, son casi las seis - dijo una pequeña castaña que salía de detrás de su hermano -aquí estamos.

-Ellos me van a matar- dijo el ojiazul causando una risa de los recién llegados.

-Soy Jace, ella es mi hermana Hope.

-Alec- respondió mientras se dirigía a cambiar de arco con la intención entrenar otro poco antes de cambiar la cuerda del que había estado usando

-Dudas al soltar la flecha- dijo Jace rompiendo el silencio.

-Mis padres me critican todo el tiempo. No lo hagas tú también. - repuso el pelinegro mirándolo.

-Lo siento- respondió Jace con sinceridad tras soltar un suspiro -Es solo que no estoy... no estamos acostumbrados a otras personas.

Alec miro con un poco de pena a los chicos frente a él, no podía imaginarse lo que había sido para ambos, él mismo sabía lo que era tener una familia difícil, pero aun así no se podía imaginar que pasaría si los perdiera. Hope sostenía con fuerza la mano de su hermano y ambos lucían realmente tensos, Jace miro a su hermana y ella asintió soltándolo.

-¿Puedo intentar? - pregunto el rubio señalando los blancos.

-Claro- Alec le extendió el arco pero Jace negó con la cabeza, sus arrogantes pensamientos le decían que no tendría problema para manejar la arquería pero aun así, él se inclinaba por los cuchillos. Camino directo a las armas y tomo uno.

Legados de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora