Capítulo 6: Perdona, no te había visto

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Después de ver lo que había visto, Aeren fue a su habitación, donde se encontraban Ginny y Hermione.

- No entiendo nada, ¿cómo es posible que Harry haya podido introducir el papel con su nombre? ¿no tiene más de 17 años? – dijo Ginny.

- Harry no ha metido su nombre en el cáliz – dijo Aeren – alguien debió de meter su nombre en el cáliz.

- Opino lo mismo, es imposible que él haya puesto el nombre en el cáliz. No puede, Dumbledore trazó una línea de edad para que los menores de 17 años no pudieran cruzarla – dijo Hermione.

En ese momento entró Patil.

- Perdonad chicas – dijo Ginny – había quedado con Patil – adiós.

Las dos chicas salieron de la habitación, ahora estaban solas Hermione y Aeren.

- He de contarte una cosa Hermione – confesó Aeren – pero tienes que prometerme que no se lo contarás a nadie, ni a Ron ni a Harry, a nadie.

- Claro, ¿nunca te han dicho que se me da genial guardar secretos? – bromeó la castaña – puedes contarme lo que sea, te prometo que lo que me digas no saldrá de esta habitación.

Aeren se levantó de la cama y comprobó que no había nadie más en la habitación, incluso fuera de la puerta, algunas y algunos Gryffindors tienen fama de ser unos cotillas. Bajó las escaleras para ver si había alguien en la sala común, solo estaba Neville, leyendo un libro de herbología, Aeren no pudo evitar sonreír, le parecía una persona muy adorable, además de ser muy bueno con las plantas. Subió las escaleras y cerró la puerta de la habitación de manera muy suave.

- Bien, estamos solas – dijo – he de contarte algo sobre Ojoloco.

- ¿Moody? ¿el auror?

- Le he visto entrar en la despensa, donde hay pociones y demás material para profesores.

- Pero, él es profesor Aeren, puede entrar.

-  Eso es lo que también pensé, pero es profesor Defensa Contra las Artes Oscuras, no utilizan ningún recurso más a parte de las varitas y los libros.

- Bueno, pero igual necesitaba algo.

- También es otra opción, pero entonces ¿Qué es lo que bebe? – dijo intentando convencer a su amiga – el alcohol está prohibido dentro del recinto escolar, tanto para alumnos como para profesores.

- No creo que sea nada, no hay que emparanoiarse – dijo la castaña.

- Pero.... – no pudo seguir hablando porque en ese momento se escuchó una discusión en el gran comedor.

Bajaron corriendo las escaleras y se encontraron con Harry y Ron, no parecían estar charlando, más bien estaban discutiendo por algo, al parecer el pelirrojo se había disgustado con algo que le había hecho su amigo de pelo azabache.

- ¿Cómo has podido ocultarme esto? – dijo el pelirrojo.

- ¿Ocultarte el que? ¿De verdad te crees que yo mandé a alguien mayor de 17 años tirar mi nombre en el cáliz?

- No sé, dímelo tú.

- Pues no, primero, ¿Por qué querría participar si está prohibido? Segundo, la única persona que conozco mayor de 17 años que sea estudiante es Cedric y, ya te digo que él no ha hecho nada.

- Bueno, Dumbledore es muy amigo tuyo – dijo con un tono celoso.

- ¡Es nuestro director! Él mismo está de acuerdo con Barty Crouch.

- No tengo por qué discutir contigo – se fue de la sala dando un gran portazo, haciendo que la señora gorda se despertara de su siesta.

- ¿Qué le pasa a este? – preguntó la señora gorda recién despertada mientras se frotaba los ojos.

En la sala se hizo un silencio, no se escuchaba ni las chispas del fuego ardiente que se encontraba en la chimenea

- ¡Por Merlín! Harry ¿Qué narices le pasa a Ron? – dijo Hermione.

- Está enfadado porque cree que yo metí mi nombre en el cáliz o que mandé a alguien para que lo pusiera.

- Eso es imposible – dijeron las amigas a la vez.

- Eso es lo que le he dicho, pero no me cree – dijo el azabache entristecido.

- Bueno, voy a salir a despejarme un poco, que lo necesito – dijo Aeren mientras abría la puerta.

- Vale, nosotros iremos ahora luego. Dentro de poco empieza clase de transformaciones y ya sabemos cómo se pone McGonagall cuando los alumnos se retrasan. ¿Verdad Harry? – dijo Granger intentando animar a su amigo.

- Sí, JAJA.

Aeren se encontraba caminando por los pasillos, pero al doblar una esquina se tropezó con alguien.

Una voz le dijo:

- Perdona, no te había visto.

YO SALVÉ A CEDRIC DIGGORY | ᵂᵉ ᵇᵉˡᵒⁿᵍ ᵗᵒᵍᵉᵗʰᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora