Prólogo

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"Soy a quien persigues,
Ese que concede lo imposible,
Que crea tormentas
Y qué deja salir el sol.
Soy aquel ángel que se perdió,
que bajó del paraíso,
Encontró el amor
Y más nunca subió.
Quien fue condenado
Arrebatándole lo más preciado"

El montón de finas telas siempre lo abrigaban hasta en las noches de tormentas, cubriéndolo no solo del frio, sino también de los innumerables peligros que acechaban a los pequeños e ingenuos niños como él. No obstante, por alguna razón, ese día ni siquiera las mantas pudieron protegerlo de la baja temperatura en el ambiente, y mucho menos de la opresión que sin razón alguna, se acentuó en su pecho. Se supone que debía estar dormido desde hace tres horas cuando su padre lo trajo cargado a su cuarto luego de andar correteándose toda la tarde junto a su hermano mayor. Pero a pesar del cansancio y las gotas de sudor que derramó, no pudo dormirse.

Escuchó el sonido de unas pisadas y de una puerta cerrándose. Con el latido de su corazón un poco acelerado, se tapó de los pies a la cabeza acercando su pecho a sus muslos y cerrando con brusquedad sus ojos en un inútil intento de ir al mundo de los sueños. Quería que sus padres entraran por la puerta y lo abrazaran, que lo llevaran a dormir con ellos, como cuando era más pequeño y se levantaba llorando por una pesadilla, que le demostraban con cariño que no había nada de que temer.

No pudo aguantar el gritó que soltó cuando sintió como sus sabanas fueron quitadas de encima. Una mano tapo su boca y el intento forcejear manteniendo sus ojos cerrados, solo esperaba que su hermano, sus padres o algún guardia llegaran pronto y lo salvaran.

—   Maldición Sunoo, soy yo. – Escucha que le dicen.

Decide abrir los ojos y ve a YeonJun frente a él, quien lo mira con enojo en sus ojos debido al grito que pego, el cual muy seguramente despertó a medio castillo.

—   ¿Qué haces aquí?

—   Oí ruidos raros así que vine a ver como estabas, pero veo que te encuentras muy bien si puedes pegar gritos así.  

—   Pues lamento pensar que me ibas a matar, así como es tan normal entrar a una habitación sin llamar. – Ironiza Sunoo mientras mira mal a su hermano.

—   Ya

Y antes de que alguno pueda decir algo más, la puerta de la recamara es abierta de manera brusca y un hombre entra rápidamente junto con una espada en mano dispuesto a atacar lo que venga. Sin embargo baja un poco su postura defensiva cuando lo único que se encuentra es a sus hijos.

—   ¿Están bien? – Pregunta acercándose rápidamente para cerciorarse de la condición de ambos.

—   Si papá, YeonJun me asustó y por eso grite, lo siento ¿Te preocupaste mucho?

—   No importa eso ahora. YeonJun, necesito que vayan a tu cuarto, se escondan y no salgan bajo ninguna circunstancia. – Le extiende a su hijo mayor una espada. – Esto les servirá por si alguien los quiere atacar.

—   Espera papá, ¿por qué tenemos que hacer eso?

— No hay tiempo que perder, creo que estamos bajo ataque y ninguno de los guardias está en su posición así que solo somos nosotros. –Soba la cabeza de sus dos hijos para transmitirles calma, aunque eso sea lo último que él no puede permitirse.

—   ¿Dónde está Papá Kook? –Su hijo mayor parece preocupado al escuchar lo que dice su padre, y su estrés se intensifica más cuando se acuerda que no sabe nada acerca del ser que lo trajo al mundo.

—   Cuando me desperté no estaba y por eso no puedo quedarme con ustedes, tengo que ir a buscarlo.

—   Iré contigo –Dice YeonJun mirando a su padre decidido, pero este solo niega con la cabeza. –Ya tengo 17 años, soy buen estratega y el mejor en ataques defensivos, me necesitas.

Lost in time |Taekook|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora