Perenne。

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Era sábado, le tocaba su análisis semanal. Tenía cierta incertidumbre en saber cómo saldrían sus estudios, ese día del puente me quedé inquieta con su confesión, aunque él ya no me aclaro lo que significaba sus palabras, creo que muy dentro de mí las entendí.

Le llamé y le dije que se acostara en una cama especial para él.
Daxon tenía los ojos cerrados estaba en modo pausa mientras yo le hacía sus pruebas.

Cables y cables conectados a su cuerpo con aspecto humano, el pitido de la máquina me hacía saber que estaba funcionando bien.
Faltaba poco para saber su porcentaje de actividad emocional.

88%...

92%...

99%...

La alarma sonó anunciando el resultado.

Apreté el mouse que tenía en la mano.

Carajo.

El resultado arrojó 19% de actividad emocional.

¿Cómo dejé que esto pasara?

Gire para verlo, su semblante era tranquilo a comparación del mío.
Tenía que hablar con él, él era el único que podía salvarse.

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—¿Qué haremos hoy, Mayte? Podemos ir a ese circo que llegó a la ciudad. — comentó metiendose la ensalada de a montón por la boca y salpicando un poco.

Iugh.

Debía corregir eso, no era normal en humanos comer así, bueno si los hay, pero el tenía que tener cierta educación.

—Me agrada la idea—respondí cortando mi filete.

Entonces el frunció el ceño y soltó el tenedor estrepitosamente.

—¿Te sientes bien?— hablé rápidamente al verlo reaccionar así.

Él respiraba agitadamente, como si hubiera corrido un maratón.

—Mayte..— susurró. — ¿Qué pasó ayer?

No sé, tú dime.
Je, olviden eso, veo muchos memes.

Me incorporé y me acerqué a él.

—Salimos a caminar y te lleve a ver unos peces.— sonreí algo tensa.

El dudo, movía la cabeza negando.

—Eso no es verdad, bueno si, pero yo te dije algo... Yo te dije que estaba enamorado de ti.

Finalizó con seguridad, mirándome con las cejas enarcadas.

Suspiré.

Jale la silla y me senté cerca de del.

— Daxon, lo que tú sientes no es real, estás en prueba, puedes confundirte.
Se que..

Se paró tan fuertemente que tiró la silla, interrumpiéndome, y se empezó a pasar las manos por el cabello.

—Mayte, he estado casi dos meses a tu lado, me has hecho leer libros, ver programas, estudiar el comportamiento humano, y se que, lo que siento aquí— señaló en su pecho, justo en donde debía ir su corazón— es real.

Desvíe mis ojos de la mirada que me estaba dando, esto se me estaba saliendo de las manos.

En eso él se arrodilló y me tomó del rostro. Él era realmente hermoso, mire directamente sus ojos y un destello de cables se transparentó ante el débil color rojo que éstos poseían.