Perenne。

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Abrí los ojos asustada.

Fue un sueño.

Me levanté como alma del diablo y busqué a Daxon, lo encontré mirando la televisión en la mini biblioteca que tenía.

Suspiré.

Regresé a mi habitación bajándome  el short que se me había metido ahí, ya saben donde.
Mi corazón aún latía apresuradamente, de verdad me asusté.

Me deje caer en mi cama, me perdí viendo el techo, y en la lámpara que colgaba hasta que noté algo.
Era una especie de aparatito negro y pequeño porque apenas lo alcancé a mirar.
Me paré encima de la cama para acercarme más, pero aún no llegaba, aún me faltaba como medio metro para ver bien.

Arrugue el ceño y quise recordar si en algún momento lo puse o ya venía con la lampara. Pero nada, a veces me frustraba no recordar mucho.

Y no me asustaba ya que, hace un año desperté en el hospital, Takahashi y los de la compañía se encargaron de todo, y a aveces tenía lagunas mentales.

Pero, me hubiera gustado saber sobre algunas cosas, mi familia que lamentablemente falleció, mis amigos inexistentes o simplemente recuerdos banales.

Aún seguía arriba de mi cama, debía conseguir una escalera.

Bajé de un salto, y me metí al baño a darme una ducha.

Cuando terminé me puse una playera con estampado, y otro short.
Estaba pensado en que podía hacer hoy, en eso escuché el ruido del timbre, raro aún era temprano, mire la hora y si, eran las 7:12 am.

Salí y pase por donde estaba Daxon, pero él ya no se encontraba ahí y la televisión estaba apagada, seguí caminando hasta que lo encontré en la puerta hablando con un mensajero.

Él asintió y cerró la puerta, ni se asustó al verme ahí parada en el comienzo de la escalera.
Traía una caja pequeña entre sus manos.

—Buen día Mayte, tuve el atrevimiento de atender al mensajero, porque estabas durmiendo— dijo sonriéndome.

Me derretí un instante.

Me hice gelatina.

Le regresé la sonrisa, me acerque y le di un beso de pico en sus labios.

Me separé y él soltó la caja, me tomó del cuello y volvió a besarme, pero esta ves más profundo, con vehemencia.
Nos separamos porque sentía que no podía respirar.

—¿Tienes hambre?— pregunté aún mirando sus labios entreabiertos.

El negó.

—Yo tampoco—susurre y lo volví a besar.

Me sentía hambrienta de él, no sabría como explicar que un androide me pone más que un simple humano.

Era una sensación diferente.

Me quité la playera que tenía encima, y me quedé con mi short corto, él llevó sus manos a mis pechos y los empezó a masajear, aún sin dejar de besarme.

Me estaba calentando aún más.

—Quiero hacerlo, Mayte.— dijo y después siguió besando mi cuello.

—Yo también— contesté empezando a desabotonarle la camisa de pijama que traía.

—Tengo una fantasía de hacerlo en mi sofá— susurré cuando lo dejé desnudo de la parte arriba, observando su cuerpo y lamiendo mis labios.