CUARTO DÍA

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Tanya estaba dormida cuando la alarma comenzó a sonar, dio tal salto que terminó cayendo del segundo piso de la litera de la habitación que compartía con su no prima interdimensional. Tanya aún tenía que mejorar un poco en lo que significaban las emergencias en el apocalipsis.

– ¡Arriba, Tanya! – le gritó Bárbara, que ya tenía puestas sus botas y corría con una ballesta en la mano – ¡Algo está atacando el refugio!

– ¡Ya voy! – gritó apenas pudiendo encontrar su abrigo para que no la vieran salir en su pijama de ositos – Y yo que pensaba que Leyna no madrugaba...

– ¡TANYA!

Barbara era la hija adoptiva de Pacífica y Mabel de aquella dimensión, de cabello castaño dorado y ojos negros, era extremadamente energética y algo sería para su edad, a veces se sorprendía como su no prima de otra dimensión (como le gustaba llamarle) podía estar lista en la mitad del tiempo que a ella con sus poderes le tomaba ponerse de pie sin caerse de la litera y encontrar su maldito zapato.

– ¡Qué se jodan los zapatos!

Se puso de pie y corrió por los pasillos solo en medias, sin importarle nada más que llegar a tiempo para ayudar a resolver la emergencia... estaba tan centrada en eso y tan distraía por dónde corría que, cuando sus primos aparecieron súbitamente a mitad del camino, no pudo frenar a tiempo... al menos aprendería algo esa mañana: Tyrone era cómodo.

*-.-*-.-*-.-*-.-*-.-*

Nos habíamos levantado por una alarma que había comenzado a escucharte por todo el refugio, desorientados y atontados por el ruido y la falta de sueño, nos movimos a trompicones de nuestro lecho en busca de alguien que nos pudiera aclarar la situación, o mejor aún, hacer que esa alarma se apagara. Ni siquiera habíamos llegado a la mitad del camino cuando vimos pasar un borrón de cabello castaño pasar a toda velocidad, sin duda alguna era Bárbara, quien no se paró ni a saludar, mucho menos a explicarnos de qué iba todo esto.

– Parece que algo se está quemando – habló Astrid, ella aún llevaba su pijama puesta – Tal vez Dot sabe algo... debe de estar en el laboratorio...

La miré y de alguna forma supe que era el momento de sacar el tema a colación.

– Dot te habló sobre tu entrenamiento, imagino – me dirigí a mi hermana, esta me miró curiosa – Entrenarás con Dot – no era una pregunta.

– Y tú con Soul – replicó ella, sin quitar aquella mirada llena de curiosidad, me limité a encogerme de hombros – ¿Sabes que todos dicen que fue gracias a él que nuestros padres tuvieron que sacrificarse? – afirmó, sin cambiar su expresión.

– ¿Pacífica te lo dijo? – pregunté, aunque ya lo suponía.

– Ese no es el tema – respondió ella.

Pacífica, en definitiva, no era la fan número uno de Soul. Habíamos tenido una conversación bastante incómoda la noche anterior acerca de este mismo tema, ella seguía insistiendo en que era mejor que no confiáramos en Soul, nos dijo muchas veces que él podía tratarse de un topo de Leyna.

Leyna... ese nombre sonaba tanto en este lugar que podía figurarme qué clase de "persona" era. A pesar de eso, Soul no había dicho nada sobre su hermana, simplemente evitó cada una de mis preguntas acerca de ella y comenzaba a hablar sobre otro tema o simplemente se quedaba callado, negándose a responder mis interrogantes. De alguna forma Soul era el tipo de "persona" que si no tenía nada bueno que decir sobre la otra persona no lo hacía... y menos aún a alguien que aún no había tenido oportunidad de conocer a dicha persona. Esa fue una de las cualidades de él que me agradó desde el momento en él que comenzó a entrenarme.

El Final de su mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora