XXXVII

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Cuando despierto al día siguiente, estoy completamente desorientada. Me lleva varios minutos darme cuenta de que no estoy en una carpa con Jungkook. Es estoy durmiendo es su cama, y las sábanas huelen como a él, a ropa recién lavada y sol. Tan delicioso. Por un instante, al menos. Hasta que descubro la vil pared de reptiles, incluyendo a Ryuk, que me está mirando fijo desde si hábitat.

-Perdón amigo -le digo al dragón barbudo-. El amo no está aquí.

Y no llegará hasta dentro de unas cuantas horas. Yangmi recibió un mensaje de Haneul antes de que yo llegara. Perece que el teléfono de Jungkook sigue muerto,  Haneul les dijo que estaba a salvo y que volvería hoy con ella.

Espero que esté bien.

El reloj de la mesa de noche descansa sobre un pilón de novelas gráficas sangrientas, e indica que son las nueve y media.  Huelo panceta y café, y mi estómago baila de alegría. Me di una ducha antes de caer muerta en la cama de Jungkook, pero no comí nada, y mi cuerpo es muy consciente de que mi última comida fue el guiso deshidratado que compartimos con Jungkook ayer por la tarde cundo íbamos camino a Cerro del Cóndor.

Por un lado quisiera quedarme hibernando en la habitación de Jungkook, entre las pilas de cómics y DVD de terror, pero sé que no puedo tardar mucho. Así que después de examinar mi sarpullido -no luce genial, pero está controlado-, me pongo la ropa que metí anoche en el bolso  camino por el pasillo en dirección a la sala de estar de los Jeon. Suni y Yangmi a está vestidas y sentadas en la mesa, leyendo los titulares de las noticias en una tablet que tiene la pantalla rota. 

-Buenos días -dice Suni, alegremente-. ¿Cómo dormiste?

-Como los muertos.

-Excelente -replica, y se levanta en dirección a la mesada de la cocina-. ¿Qué tal algo de sustento?

-Si, por favor. Estoy muriendo de hambre.

-¿No tienes ninguna alergia nueva a  los huevos o al cerdo, verdad? -me pregunta Yangmi, entrecerrando los ojos.

-Siempre y cuando nadie prepare camarones rebozados, estaré bien.

-Uf -exclama Yangmi, y finge estar molesta-. ¿Podré dejar eso atrás algún día?

-Camarones podridos -le grita Suni, que está frente al horno.

Exhalo profundo y me siento junto a Yangmi.

-Las extrañe, chicas.

-Nosotras también a ti -me segura, y choca su hombro contra el mío.

Suni me trae un plato lleno de huevos, panceta y tostadas, y me sirvo café de la cafetera que está sobre la mesa.

-¿Han tenido noticias de Jungkook esta mañana? -pregunto, esperanzada. Cargué el teléfono anoche, pero no me llegó ningún mensaje de él.

Yangmi alcanza su taza de café.

-Haneul nos dijo que nos enviaría un mensaje cuando salieran hoy. Le pedí que le avise que estás aquí con nosotras.

Me siento contenta, pero también me siento dejada de lado y desconectada de él. Es raro estar del otro lado del problema de no tener señal. Prefería cuando era yo la que no tenía señal.

No sé que es lo que tiene la civilización, pero ahora que estoy aquí, la necesidad urgente de estar conectada ha regresado. Si no puedo tenerlo frente a mí, necesito que esté a un mensaje de distancia.

Resisto la tentación de revisar el teléfono por duplicado, triplicado, cuadruplicado, y me dedico a responder las preguntas de Suni y Yangmi acerca del viaje. Sienten curiosidad, hacen preguntas y les cuento un montón de cosas... pero no todo. Tengo la sensación de que saben exactamente qué es lo que Jungkook y yo estuvimos haciendo en el bosque: sonríen mucho, y me siento un poco incomoda, así que me concentro en las cuestiones de vida o muerte del viaje y no en las cuestiones de sexlajación. Suena el timbre cuando les estoy contando sobre la tormenta eléctrica, y cuando Suni responde, escucho que habla un momento con alguien y luego me llama en voz baja desde el pasillo.

Estrellas  |  J.J.KWhere stories live. Discover now