apítulo 21: "Segundo día de vacaciones parte II"

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No siento nada por gritarle a Nicolás, al contrario, quiero sacar lo mejor de ellos, creo que siempre he tenido complejo de policía.

Comienzo con mi calentamiento, un simple trote. Recorro toda el área, con eso se va quitando el frio, aunque mi cara por la brisa sigue helada. Pongo mi vista en algunos guarda espaldas, hacen lo que les pedí, tan pendiente de mí como un águila.

Habrán pasado como unos veinte minutos, por lo que vuelvo mi vista a los mencionados, aquellos llenos de tatuajes como Nicolás.

¿Qué los llevara a tatuarse? ¿Sólo instinto propio? ¿Alguna marca en su vida?

Siempre he querido tatuarme, pero no he encontrado el momento indicado de mi vida o la persona.

Las personas que recluta Yura, mi padre y Liosha, mi abuelo son personas entrenadas por las instituciones donde están o trabajaron. A mi familia no le gusta entrenarlos, ya que el entrenamiento de la familia es muy actual y dura, como militar.

Nicolás sigue mi paso cuando un sonido de bala disparada retumba por mis oídos, me detengo en seco y saco mi arma de la pierna, junto a Nicolás.

—¡Carajo! ¡Vayan a ver qué mierda fue eso!— Nicolás recibe una llamada.

—Todo está bien Sveta, Triste me informa que es solo el campo de tiro— lo observo, mas no me convence esa respuesta, por lo que dudo si seguir con el plan.

"—¡Vamos! ¡Más rápido Sveta!

—¡No puedo!— grité cansada.

—¡No se dice no puedo! Vamos de nuevo. Arriba.

El entrenamiento me tenía exhausta, no quería hacerlo más y no entendía para qué hacer esto, yo sólo quería ir a jugar con mis muñecas.

—Toma— el instructor me proporcionó un arma.

—No, no puedo— miré al arma en mis manos con pavor.

—¡¡ERES UNA IVANKOV, HAZLO AHORA!!— el instructor me gritó, tenía miedo.
—Vamos Sveta, no decepciones a tu padre.

Soy Ivankov, no puedo decepcionar a mi papá o a mi abuelo. Pero era mi perro, yo lo amaba, era mi mascota.

No lo quería matar.

—¡¡HAZLO YA!!— mi papá se veía enojado.

Apunté al objetivo, cerré los ojos y presioné fuerte el gatillo. Al escuchar el lamento de mi perro comencé a llorar sin parar ni abrir mis ojos.

—¿Qué está pasando aquí?—aquella silueta poco joven se acercó a nosotros.

—Sólo está aprendiendo a defenderse Liosha.

—Eres imbécil— ml abuelo me abrazaba—. ¡TIENE 7 AÑOS!

—Eso no te impidió hacer lo mismo conmigo padre— ambos se miraron con molestia.

—Eres hombre, y mi heredero, ¿Ves la diferencia?— mi padre bufó ante la respuesta.

—Te hace mal estar en Rusia hijo, ve con tu mujer e hijos a E.E.U.U. Quédate ahí, vela por mis negocios allá— mi abuelo llamó a la mujer de servicio"

Vaya recuerdos de eso.

—¿Te sucede algo Stephania?— Nicolás me saca del trance.

—No, sólo recuerdos de niñez— lo miro seria—. ¿Dijiste campo de tiro?

—Si, ¿por qué?— pregunta con intriga.

—Porque deseo ir— coloco una cara de póker.

—No creo...

Todo Lo Impredecible Es PredecibleWhere stories live. Discover now