Capítulo 29: "Cuarto Día; S.S. Primera Parte"

89 12 5
                                    


Stephania 

Despierto nerviosa por lo que tendré que hacer hoy, mañana es mi cumpleaños número 18. Siempre he odiado todo ello, ya que como tradición a esa edad se tiene que matar a alguien, algo así como iniciación a lo que dejé atrás.

Quién diría que cumpliré lo que mi padre me dijo.

No quiero encender mi teléfono y ver el probable mensaje de Franco, por lo que tomo la caja de cigarros y me sirvo una copa de vino, enciendo lo primero dirigiéndome al balcón de la suite. Se escucha un gran silencio por lo que aumento el volumen de la música ambiental de mi habitación para así disfrutar mis únicos momentos antes de mi plan.

El humo pasa por mi rostro para luego irse, inhalar y exhalar aquello hace que me relaje casi por completo, siento que es lo único que me funciona. Apenas me he dado cuenta que estoy en ropa interior no tengo cabeza para eso, ni sé cómo voy a crear una excusa a todo eso.

Me tomo el ultimo sorbo del vino y me voy al baño. Me observo frente al gran espejo, no siento desagrado sobre mi cuerpo, está tonificado, ¿senos? ¿cintura? ¿peso? Nada me importa hoy. Entro a la ducha y dejo que el agua recorra mi piel, que me queme me carcoma la conciencia como nunca, poco después me dejo de rodeos y termino de bañarme.

Me visto con un jogger y polera gris sin ropa interior, me coloco mis tenis, me peino y retiro el maquillaje que no pude quitar al bañarme. Salgo con mi cara de culo a desayunar.

Me entregan unas tostadas con aguacate, de bebida zumo de naranja, media lunas y un sin fin de comida que no se cómo terminaré de comerlo. Mi cabeza no para de darle vueltas al asunto, ahora más que nada tengo que aclarar qué haré siendo faltante la valentía. Gracias a eso mi padre no para de aparecer en mi mente.

"Eres una Ivankov, nosotros no tenemos miedo"

"Eres una vergüenza... Mírate"

"Avergüenzas a tu familia"

"No eres digna de tener el apellido Ivankov"

"¡LOS IVANKOV NO LLORAMOS!"

Siento aquella bofetada como si lo estuviera viviendo, de nuevo.

Aunque no sólo aparece él, si no alguien a quien tantas veces me reconfortaba, su voz tan pacífica, mi abuelo.

"Eres la niña de mis ojos"

"Reprenderé a tu padre, yo soy quien manda aquí, ahora hasta cuando muera"

"Te regalare un nuevo perro, pero no llores más"

"Te enseñaré a defenderte de nosotros, o aquellos hombres cochinos y malos que solo quieren aprovecharse de niñas hermosas como tú, sin necesidad utilizar nuestro apellido"

"No quiero que llores más, quiero verte con una sonrisa"

Lo único que se es que uno de los dos terminará muerto.

Él o yo...

Si apenas he podido notar que acabé mi desayuno menos noté que Mcklen está sentado frente a mí, él ya estaba comiendo.

—No te vi llegar— digo.

—Lo sé— responde y sigue comiendo.

—¿Cómo me sentiré después de lo que haré?— me siento dudosa de hacerlo.

—¿Después de que lo mates?— toma su vaso de zumo— ¿a eso te refieres?— interroga tomando un sorbo de su bebida.

—Si, a eso me refiero— contesto sin dejar de mirarlo anonadada.

Todo Lo Impredecible Es PredecibleOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz