Capítulo 24: Sexto día de vacaciones; ¡Harta!

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Alejandra

Después de haberle dicho algo de verdad a mi mejor amiga y que ella me recomendase una manera de distraerme, ella sale de la habitación. Tan sólo quiero dormir y sacar el mal rato que he estado pasando en esta casa.

Haber tomado y un gran vacío llamado desamor son la peor combinación que puede existir, es algo amargo.

Me voy por la parte trasera de los pasillos, no quiero toparme con él ni con ella...

No tengo ganas de nada, ni de ponerme pijama. He estado bebiendo todo el día y me da demasiadas vueltas la cabeza. Sólo mirar las cobijas de mi cama me da alivio, pensar en lo calentita que me encontraré. Decidida y feliz me voy a mi cama a oscuras.

Ahora que lo pienso bien dormiré demasiado incómoda con la ropa, considerando que hay calefacción por toda la casa.

Me comienzo a desvestir quedando en ropa interior azul marino, me miro en el espejo de la habitación y me fijo en mis piernas que no son las mejores, el color de mi piel es pálida y no bronceada como la de Steph, sé que son solo estereotipos pero no me complace y me hace intimidarme antes los demás en varias situaciones, prefiero callar ciertas cosas o actitudes que me molestan.

Indecisa, me acuesto en las blancas sábanas, tomo mi teléfono y de un acto de arrebato comienzo a sentirme libre, empoderada por un momento, el sentirse dueña de ti misma por aunque sea un micro segundo te hace sentir muy bien.

Siento la calidez del lugar recorrer mi semidesnudo cuerpo, esa mala situación se desvanece, creo que podré dormir tranquila.

—¿Son para mí?— llega Francisco refiriendo a las fotografías.

—Francisco...—me toma por sorpresa y me levanto por inercia. Tan sólo pronunciar su nombre hace mi corazón aumente los latidos.

—¿Sabes mi nombre?— pregunta juguetón.

—Si— apenas puedo articular palabra—. ¿Qué haces aquí?—pregunto mientras me cuanto con mis manos y evado su mirar.

—¿Por qué te tapas?— pregunta mientras intenta acercarse.

—No has respondido mi pregunta— evado su pregunta.

Busco lo primero que encuentro para ponerme, siendo esta una polera del suelo.

—¿Te intimido?—ésta vez se va acercando más a mí.

—¿Debería?—digo intentando ocultar mis emociones.

—Claro que no— me mira fijo.

—¿Te puedes retirar?... Por favor— pongo mi mirada al suelo, no quiero hacer ningún contacto más con él.

—¿En serio quieres que me vaya?

—Si Francisco, necesito dormir— es verdad, no miento.

—¿Por qué no dormimos juntos?— pregunta con una gran sonrisa.

—Porque quiero dormir sola— respondo algo molesta mientras me acerco al borde de la cama.

Verlo me generan nauseas ante el juego que quiere hacer, me gusta mucho pero sé no le intereso.

Nos hemos acostado más de una vez y me gusta cada vez más, pero supongo que en su caso, tan sólo se aleja más de mí. Soy una estúpida por seguir cayendo en una trampa que claramente se ve cómo resultará. Tiene ese algo que enciende en mí varias cosas que dudo alguien más pueda hacerlo, él lo sabe y lo usa a su favor.

—No entiendo qué te pasa— se sienta a lado de mí. Ver sus ojos me causa una gran tentación por aceptar.

—No es nada Francisco, sólo me siento mareada por loa tragos— miento y evado su mirada.

Todo Lo Impredecible Es PredecibleWhere stories live. Discover now