𝟬𝟮, 𝗺𝗮𝗹𝗶𝗸.

241 10 6
                                    

La familia Malik siempre había sido horrorosamente pobre. ¡Horrorosamente! Algunas veces puedes mermar la pobreza con inteligencia, audacia o creatividad. Para ellos, había sido IMPOSIBLE. En sus mejores días, tenían algo encima de la mesa para compartir entre la numerosa familia que se componía de tíos, abuelos, primos, hijos y nietos viviendo del salario de un minero y una mesera de dinner. Zayn fue el primero en dejar el nido.

Y no le fue nada difícil, tenía años ya planeando todo. En la esquina del cuarto donde dormían los más jóvenes almacenaba delicadamente un vinyl de música funk y unas fotografías que robó de una tienda, postales de la gran ciudad. Nueva York, se leía en un texto brillante sobre la ciudad con un degradado en la imagen que terminaba en la estatua de la libertad.

A fin de cuentas, América es donde los sueños se hacen realidad. ¿No?

Tomó sus tres cosas y emprendió camino entre largas andadas a pie, levantones con familias raras y camioneros, hasta que hizo su última parada en la gran manzana, donde las calles aledañas a Central Park fueron su hogar. Por las tardes, colocaba una pieza de cartón en el suelo y se dejaba ir en todo el freestyle, mientras sus conocidos homeless palpaban las bolsas de las señoras más grandes que se detenían a ver la extraña habilidad del de piel bronceada.

—Ya sabías, Malik; ese es el impuesto condicionado —en ropa andrajosa y rascándose los piojos, uno de sus compañeros repartía el dinero favoreciéndole en porcentaje de entrega final— ya puedes quedarte con todo lo que dejan las abuelas... ¿Y te quieres quedar con un porcentaje de lo que tomamos? Eso es un robo.

Por la noche, en su instinto animal más alto y humano más bajo, buscaba restos de comida en la basura, golpeando ratas, mapaches y arañas que trepaban su brazo en respuesta defensiva a la situación. Una mano pesada le tomó del hombro y jaló de la posición, a contraluz, la figura delgada y alta cubierta de un suéter de felpa con una fedora blanca con un lazo púrpura le fue irreconocible. Claro, no es como si tuviera conocimiento total de cualquiera vestido de padrote, más a aquellas horas de la noche.

—Llevo observándote varios días. Pensé que traías dinero de abuela suficiente para comprarte una rebanada de pizza —habló en un tono serio, grave y ronco. Zayn levantó la ceja asustado y comenzó a vaciar sus bolsillos.

Migajas de pan, cubiertos plásticos, monedas y otros artilugios que había robado cayeron ornamentando alrededor de sus pies mientras que nervioso, tartamudeaba temiendo por su vida— T-toma lo que quieras, p-pero déjame en paz. Estaba ahorrando para p-poder rentar un c-cuarto donde vivir y c-comida. Vengo de muy lejos.

—Puedo notar en tu acento que no eres de aquí. No conozco las condiciones de donde vienes, pero sé en donde puedes terminar. Cada quince días la policía local hace un barrido de las calles y todos los homeless terminan de dos formas. Muertos o en la cárcel.

Ante la crudeza humanitaria del padrote y notando que no estaba interesado en sus cosas, Malik tomó sus cosas lentamente, aún escuchando el monólogo del otro, que le tenía atemorizado.

—Sé lo que puedes hacer, sé que tienes una habilidad a la que le puedo sacar ventaja. Tú deberías saber que yo tengo un lugar donde te puedes quedar, comida que puedes comer y una comunidad que te puede recibir. Además, si haces bien tu trabajo... más que trabajar por vivir podrías llevarte tu buen efectivo.

Zayn no lo pensó dos veces, atemorizado, aceptó toda la oferta y anduvo al lado del padrote. Cuando se iban a subir al automóvil, un hombre mulato alzó la voz. —¿A Cupido, señor Tomlinson?

Los gorilas, gigantescos en contraste con los que servían de guía, golpearon las puertas de Cupido para entrar en sus intestinos. La vida se volvió lenta cuando Malik notó como la vida nocturna del lugar penetraba en sus recuerdos, probablemente una imagen que guardaría para siempre.

Sus ojos viajaron por todo el lugar. Primero por la colorida barra donde personas vestidas en uniforme blanco y siguiendo el ritmo con sus piernas y brazos servían brebajes coloridos, llenos de brillantina. En jaulas gigantescas en el techo, expertos en baile exótico usaban la menor ropa posible y coreaban los ritmos extravagantes de la música que se introducía en todos los rincones del lugar.

En el centro, la media luna donde DJ Ninja, un mezclador de música oriental hacía de anfitrión aquella noche se cerraba en la pista de baile en secuencias de colores cyan y magenta; entre flechas, líneas que se abrían y esferas que fijaban sus posiciones bajo el calzado de las y los indomables a los que le pertenecía la pista aquella noche.

Observando a su macho con otro macho, Harry se levantó del sillón de látex púrpura al costado del escenario y provocó un cambio de música; un ritmo mucho más glamuroso y techno le introdujeron. Alzó sus manos mientras cruzó mirada con Zayn, quien babeó por una decena de segundos que le observó directamente.

Styles movía su cintura y levantaba su playera al ritmo de la música, las personas a su alrededor sabían de su habilidad para el baile por lo cual le rodeaban en un círculo al que se movían en sincronía dos pasos a la derecha y uno a la izquierda, terminando en un aplauso.

¿Quién diría que después de tanto sufrir, Zayn habría encontrado su hogar?

disco diva - larryWo Geschichten leben. Entdecke jetzt