CAPITULO CUATRO

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PARTE CUATRO
MOON EVANS

Un poco de nervios me invadieron. No quería que vieran a Nathan, alguien que no estudiaba acá, conmigo, porque sino yo estaría en serios problemas.

¿Cómo se le ocurría venir a mi escuela así?, es más, ¿cómo sabía donde estudiaba? Ah sí, era un hacker, sabía todo de mí.

—¡¿Estás loco?!, ¡No puedes estar aquí! —Le informé un poco molesta.

Él volteó los ojos.

—Ay, no seas tan dramática —tomó mi muñeca—. Vámonos.

Me jalo, pero yo también jalé. No me iba a ir así como si nada, —me encantaría hacerlo— es decir, no podría enfrentar el interrogatorio de mi madre y no solo podía salir de la escuela así como si nada.

—¿Estás loco o qué? No puedo irme así como si nada.

—Claro que puedes, escribí una nota diciendo que te enfermaste y que te recogí, imagina que soy tu madre, y luego falsifique la firma de tu madre en esa misma nota.

Vale, eso era raro y no me lo esperaba.

—¿Cómo te atreves a hacer eso? Te demandará mi madre.

—Claro... —comenzó—. En fin, vámonos ya —dijo en un segundo intento de alarme.

Le di un manotazo.

—¡No!, me matará mi mamá.

Él resopló.

—¿Acaso no escuchaste que dejé una nota que estabas enferma a nombre de tu mamá?

—Pero, mi madre está de viaje, e...

—¿Tus profesores saben que está de viaje? —me interrumpió y yo negé.

Nathan formo la sonrisa más grande que vi en mi vida.

—O sea, no exactamente saben que lo está.

—Pues vamos. Además, si se entera no creo que te mate a ti, sino a mí, por haber falsificado su propia firma —dijo y soltó una pequeña carcajada.

—Ja ja —solté una risa falsa.

—Vamos, ¿en serio prefieres quedarte aquí?

No.

Lo odio, lo odio, lo odio. Es horrible.

Quiero irme y no volver nunca.

Accedí.

Y bueno, ya nos encontrábamos corriendo Nathan y yo por la entrada principal -no podíamos hacerlo por ventanas porque todas estaban en los salones los cuales estaban ocupados por alumnos en clase- y pues me aterraba que alguien nos viera, había muchos salones con ventanas apuntado hacia donde corríamos nosotros, saltamos el portón y corrimos, y corrimos...

Corrimos...

Paramos sintiéndonos ya no a la vista de algún estudiante o maestro de mi institución.

Los dos estábamos encorvados con las manos apoyadas en nuestras rodillas respirando agitadamente. Después de un rato de tranquilizar nuestras respiraciones nos enderezamos y Nathan miro el reloj en su muñeca.

—Bueno, son las 8:23am ¿Qué quieres hacer?

La verdad no lo sabía.

—No sé, yo...es temprano no sé que podamos hacer un martes a las 8am. Además tu me sacaste.

Él fingió estar dolido pero lo dejo pasar,—¿Ya desayunaste?

—No, desayuno en el primer descanso a las 8:45am.

Un Amigo De Verdad En Un Mundo De MentiraWhere stories live. Discover now