YA NO PUEDES

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Ese día, encontraron en la sala de música a Eli. Tenía el cuello desgarrado y junto a ella se hallaba el arma homicida. Las compañeras de habitación de la joven, se sorprendieron. No habían escuchado a la de rastas salir del dormitorio, a pesar de que todas tenían un sueño muy ligero.

Como pasó con la muerte de Aurora, los estudiantes comenzaron a aglomerarse en la entrada del aula. Los profesores no tardaron en acudir al abundante estruendo. De nuevo, decidieron cancelar las clases; sin embargo, solo se impartirán las de la tarde.

Eva lloraba desconsoladamente, arropada por los brazos de Samantha y Maialen. A pesar de que sólo se conocían de apenas unos días, sintieron mucho su muerte. Era una mujer fuerte y simpática. La recordarían como ella era.

Hugo, que había estado observando a la castaña de ojos azules, le sorprendió ver que esta se había dirigido hacia el lugar dónde descansaba el cuerpo de su amiga.

La policía llegó unos minutos después y intentó apartar a la joven del cadáver, pero pataleaba y gritaba.

—¡Que me dejéis! ¡Quiero quedarme con ella!

—Lo sentimos, jovencita, pero debes volver al pasillo —la reprendió una de las detectives.

—Quiero quedarme aquí —esta vez su voz fue casi un susurro y se desplomó en el suelo, de rodillas.

Lloró fuertemente con las manos en el regazo. Hugo decidió intervenir, ya que las amigas de esta solamente contemplaban la escena doloridas.

Se acercó hasta donde estaba Eva y apoyó una mano en su hombro.

—Eva, tienes que dejarla.

—¡No!

—Escúchame, ya no puedes hacer nada por ella.

Ante esas palabras, la joven se derrumbó por completo. El rubio la abrazó con fuerza, mientras que esta lloraba escondiendo la cabeza en su cuello.

—Vamos a levantarnos y a irnos a otro lugar, ¿vale? —sugirió él.

La joven, temblando, asintió lentamente y, con ayuda de su compañero, se levantó del suelo y caminó hacia la salida. Hugo estuvo todo el tiempo abrazándola por los hombros. Les hizo una señal a Samantha y a Maialen, para indicar las de que él cuidaría a Eva.

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El mismo grupo del día anterior se había reunido para comer.

—Juro que en cualquier momento voy a potar.


Samantha tenía la cara un poco verdosa; sin embargo no había desayunado nada.


—¿Tienes fiebre? —preguntó Flavio, mientras ponía su mano en la frente de su amiga.

—No, pero creo que es por lo de Eli.

Volvió a pensar en lo que habían visto y se encontró peor.

—Ahora sí que poto.

Salió corriendo hacia los baños y una vez allí, desechó toda su comida por el retrete. Alguien la sujetó el pelo para que no se manchara.

—Gracias, seas quien seas.

—De nada, Sam.

Reconoció al instante la grave voz de Flavio. Este le acarició suavemente la espalda. Tras unos minutos más, la rubia decidió que ya había terminado.

—Uff, ya estoy mucho mejor.

—Me alegro.

Se dedicaron una sonrisa sincera. Samantha se levantó del suelo y caminó hacia los lavabos. Se lavó la cara y refrescó la nuca. También se aclaró la boca.

—¿No ha venido Mai?

—Le dije que quería ir yo, para ver cómo estabas —al terminar la oración, las mejillas del chico se sonrojaron un poco.

—Qué mono.

Se miraron durante unos segundos hasta que la joven decidió darle un abrazo.

—Gracias, Fla. Me cuidas mucho.

—Si solo te he ayudado ahora. Además ha ido un gesto de nada.

—Vale, vale, lo que tú digas —dijo Samantha mientras ponía los ojos en blanco.

HOLAAAAA
He vueltooo. Mañana subiré uno mucho más largo y será Flamantha.
Espero que este os guste. Me gustaría ver el apoyo que me dais.
❣❣

Los asesinatos del internado Medio Dia | OT 2020Where stories live. Discover now