ESTÁ ESTABLE (maratón p.4)

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—Vale —dijo Maialen. —. Entre todos tenemos que proteger a Eva. Van a por ella y está a la vista que los del internado no van a hacer nada.

Hugo y ella habían acudido al resto del grupo para que les ayudaran, porque solos no podrían.

—¿Y si alguno de nosotros es el asesino?

La pregunta de Jesús había dejado a todos muy sorprendidos. Se suponía que se llevaban bien, ¿quién querría matar a la gallega?

—Si me entero de quién es el asesino, y resulta que es alguno de vosotros, juro que lo mato —dijo Hugo, con los ojos en llamas.

—Eso no va a pasar porque ninguno de nosotros es el asesino —dijo Nia, confiando en que fuera verdad.

—Voy a la enfermería para ver si saben algo de Eva —dijo Maialen mientras miraba al rubio.

—Yo también voy —Bruno cogió la mano de la joven y tiró de ella un poco.

—Y yo.

Hugo los siguió.

—¿ Y si vamos todos? —sugirió Anne, a lo que todos asintieron y pusieron rumbo a la enfermería.

—¿Crees que estará bien? —le preguntó la del flequillo al Uruguayo, mientras miraba al rubio, que se retorcía las manos mientras caminaba.

—No lo sé. Pero espero que sí, porque como le pase algo, nos va a dar a todos algo.

Rodeó los hombros de la joven con uno de sus brazos y siguieron caminando. Cuando llegaron, todos se sentaron en las sillas que estaban afuera, menos Hugo, que no dejaba de caminar de un lado a otro; Jesús, que estaba apoyado contra una de las paredes, como si la cosa no fuera con él; y Gérard, que le daba la mano a Anne, que estaba sentada.

Estuvieron horas esperando en la puerta de la enfermería. Entraba y salía gente. En una de esas escucharon que alguien decía: “¡ La perdemos! ”. Hugo se derrumbó al escucharlo y está vez fue Anajú quien le consoló.

Tras una hora y media más, salió la enfermera y un hombre, que debía ser el cirujano.

El rubio se separó rápidamente de su amiga y se acercó a ellos y, con voz temblorosa, dijo:

—¿Y bien? ¿Cómo está?

Los médicos se miraron entre ellos y luego volvieron a dirigir su vista hacia el joven.

—Está estable —todos los presentes soltaron un suspiro y comenzaron a reír y saltar, Maialen empezó a llorar de felicidad y Bruno la abrazó. —. Tiene una gran brecha en la cabeza y tiene muchas marcas en el cuello porque intentaron asfixiarla. Debe quedarse unos cuantos días en la enfermería antes de volver a hacer vida normal.

—¿Sabeis quién pudo hacerlo? —preguntó la enfermera.

—Antes de abrir la puerta, escuché a alguien salir corriendo, pero no vi a nadie. A lo mejor Eva sí —respondió Hugo.

—Ahora mismo está dormida, pero podéis pasar para a verla.

—De tres en tres—se apresuró a decir el cirujano, cuando vio que todos se encaminaban a la sala.

—Deberían pasar primero Mai, Sam y Hugo —dijo Flavio.

Todos asintieron y los tres nombrados cruzaron la puerta.

Encontraron a la joven tumbada sobre una camilla, con unos vendajes alrededor de la cabeza. Las marcas en su cuello cada vez eran más visibles.

Estaba muy débil.

Los asesinatos del internado Medio Dia | OT 2020Where stories live. Discover now