Capítulo I

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— De nuevo está viéndote —dio un ligero cabeceó en dirección hacía HoSeok puesto qué había padres recibiendo a sus niños, lo menos que quería era hacer una escena.

Y lo estaba viendo imposible porque los ojos cafés que le miraban desde el otro lado de la calle le ponían los nervios de punta, se sentía desnudo ante la intensa mirada, le dedicó una sonrisa a una madre y entonces no quedaba ningún niño.

Y fue imposible alzar la mirada finalmente hasta el pelinegro qué le sonreía a un pequeño niño, probablemente era su hijo y se encontró sintiendo una ligera decepción ante la posibilidad.

— Deberías pedirle su número y tener una noche loca —y su amigo rió ante su mirada de incredulidad, más bien de espanto, le gruño antes de hacerlo entrar de nueva cuenta en el pintoresco kinder, sus risas haciendo eco en todo el lugar.

— ¡Por Dios, HoSeok, alguien podría oírte! —le reprendió mientras guardaba sus cosas, TaeHyung no tardaría en llegar por él y no le apetecía qué escuchará algo sobre una posible infidelidad a JungKook.

— ¿Y qué? Él está con su amante en uno de sus tantos viajes carísimos, por Dios, no me puedes culpar por querer qué seas feliz, ¿hace cuánto no sonríes?. Me molesta qué te aferres a ser fiel mientras él se revuelca con su amante, ¡tú también tienes derecho a meterte con otros hombres! —le dedicó una mirada llorosa a su amigo que pronto estaba soltando un suspiro para abrazarle.

Un sollozo escapó de sus labios y pronto le siguieron muchos más, su llanto siendo lo único qué se escuchaba en los pasillos desolados.

...

La casa se fue haciendo visible mientras la camioneta en la qué los llevaba TaeHyung se iba acercando, de pronto se sentía cansado, SooBin estaba recostado contra su pecho, su niño siempre había sido tan amoroso.

Y entonces sucedió, su mente le traicionó al recordar las primeras fotos que le enviaron, una hermosa mansión, rodeada de jardines, suficientes autos de lujo cómo para cada día de la semana, el hermoso rubio vistiendo seda y carísimas joyas, al menos un centenar de guardias y entonces... vió lo qué ellos tenían.

Una pequeña casa de dos pisos, un pequeño jardín, tan sólo el vehículo en el que iban y tan sólo TaeHyung cómo guardia, JungKook le había dado una tarjeta con solo lo suficiente para los gastos de la casa, la ropa que vestía él y SooBin era enteramente de su sueldo.

Al parecer JungKook pensaba qué los vestía y calzaba pero no, en la tarjeta solo había lo necesario, de pronto el nudo en la garganta se hizo insoportable y limpió las lágrimas de golpe, él no lloroba, mucho menos por las cosas materiales pero las palabras de HoSeok se seguían repitiendo en su cabeza.

"Mereces ser feliz, SooBin y tú, sí él puede acostarse con su amante al menos tú mereces una noche con un hombre qué te encuentre deseable. Tú no le debes nada a él, absolutamente nada".

Y quizá ya era hora de qué comenzará a creerlo.

...

Finalmente estacionó en la casa de YoonGi, nunca la había llamado su propia casa y es qué no lo era, cerró la puerta de su camioneta cuándo notó a SooBin, muchas veces quiso decirle hijo pero las palabras se sentían cómo veneno.

El pequeño castaño agitaba sus manos mientras jugaba con TaeHyung, parecían padre e hijo, en el fondo se alegraba que el niño fuera feliz porqué bien sabía qué él nunca lo haría feliz, no le nacía el sentimiento.

Caminó y pronto las dos figuras lo notaron, los ojos de Bambi qué SooBin le heredó le miraron con...

— ¡SooBin, TaeHyung, la cena está lista! —la inconfundible voz de YoonGi llegó a sus oídos y pronto escuchó sus pasos, por breves segundos imágenes llenaron su cabeza.

What If [KookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora