El octavo para Jack

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Incluso Jack podía sentir el peso de tristeza en aquellos ojos tan parecidos a los suyos, pero claros como el cielo en un buen día de verano. 

Su propio hijo, finalmente cansado del griterío que se formo en el lugar, tomo a esa chica fantasmagórica y salió disparado de la casa del famoso Ben Tennyson (por los espectros, el ni siquiera sabia que se conocían) con los gritos de sus amigos que clamaban su nombre con tristeza. Estuvo a nada de disparar sin miramientos a la mujer en sus brazos, pero su esposa lo detuvo y sacudió su cabeza en negación mientras pasaban a la cocina-comedor donde los padres del chico Tennyson les tendieron una taza de té. 

La pareja frente a ellos les dieron una sonrisa de comprensión. 

Aquel gesto le extraño un poco, pero cuando se vio en el liquido verde del té comprendió el porque al ver su reflejo.

Se veía cansado.  

Desde hace años ese es el único gesto que había visto en el espejo por las mañanas para luego poner esa sonrisa tonta que a su familia, para bien o mal, le convencía a medias. 

Danny siempre se disculpaba por ello.

Jack tomo la taza con fuerza y maldijo en el silencio de su mente aquella maquina que causo desgracias a lo largo de su vida. 

Aunque su esposa es, técnicamente, lo opuesto a todos aquellos problemas. 

Pero, ¿realmente es culpa de aquel invento?

Debe plantearse bien las cosas.

Por suerte, esta vez, tiene todo el tiempo del mundo. 

—Voy a salir —comento mirando a su esposa, Maddie que, de forma inmediata, se levanto.

—Iré contigo.

—No, —Maddie le miro sorprendida junto con Jazz que recién se asomaba a la cocina.— quisiera estar solo.

La pelirroja mayor estuvo apunto de protestar, pero su hija y la mujer rubia le detuvieron en el acto. 

El dio media vuelta y se dirigió al jardín donde la mesa de picnic aun estaba instalada con sus respectivas bancas y se sentó mirando al horizonte, donde las estrellas intentaban sobresaltar entre las nueves. 

—Supongo que todo esto debió haber sido mi culpa. —dijo escuchando los pasos pesados de la otra persona.— Si tan solo no hubiera estado tan obsesionado con los fantasma, probablemente me abría dado cuenta de que mi hijo me necesitaba.

Suspiro, preparándose para una verborrea que desde hace años se comía su alma. 

—Tal vez, incluso mas que eso. Si tan solo no hubiera intentando crear ese portal Vladdy seguiría siendo mi amigo y no ese monstruo en el que se convirtió, mi hijo probablemente no tendría ningún secreto que ocultar y hubiera vivido una vida tranquila sin sus padres o los fantasmas persiguiéndolo, intentando destruirlo molécula por molécula. —se quedo unos segundos en silencio hasta que la mano de esa persona en su hombro le impulso a continuar.— Casi lo pierdo algunas veces, ¿sabes? y me puse feliz por eso; "un ser hectoplasmico menos del cual ocuparnos." 

Jack bajo su mirada. 

—No tenia idea, de que a la mañana siguiente ya no podría ver el rostro sonriente de mi hijo, solo pensando que Danny Phantom era otro fantasma lleno de maldad debido a una vida trucada por las personas, aunque siendo realistas, no estoy tan lejos. Después de todo mi hijo es un mitad fantasma y por mucho que realmente diga que existe una cura es realmente una mentira. Es un chico medio muerto, medio muerto, eso realmente es un milagro, pero la palabra clave es muerto. Un chico que siempre intenta ayudar a otros a pesar de que hace mucho todos lo rechazábamos y tachábamos sus actos como una venganza contra nosotros los vivos. —las lagrimas empaparon su rostro, pero aun así no había terminado.— Muchas veces dispare sin siquiera preguntar, le dije cosas horribles. Cuando finalmente descubrimos lo que estaba ocurriendo debajo de nuestras narices estuvimos a punto de morir con ese meteorito. 

Villanas.Where stories live. Discover now