14. Tengo miedo

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Al parecer Edmund no era el único que esperaba mi respuesta. Miré a William pidiendo auxilio pero éste solo fulminaba a Edmund con la mirada.

-¿Ahora te preocupas por ella?- preguntó mi amigo. Edmund volteó y estoy segura que también fulminó a William con la mirada.

-Cierra la boca- me soltó- Y deja de meterte en mis asuntos.

William se acercó a Edmund con la intención de golpearlo pero se contuvo.

-Me meto en tus asuntos cuando Kayla está involucrada en ellos- los dos me miraron.

-Chicos ya basta.

-No- dijo William, miré sus manos y estaban hechas puños. Realmente estaba enojado. -Gracias al rey Edmund estás haciendo todo esto- luego miró a Edmund. -Es tu culpa- apuntó al rey con su dedo- es tu maldita culpa.

Luego de eso, el puño de Edmund cayó sobre el rostro de William.

-¡No!- grité.

-¡Edmund!- gritaron Susan y Peter cuando el justo volvió a golpear a William.

-Creí que eras bueno en el combate- se burló el justo.

-Claro que lo soy majestad- respondió William y se abalanzó sobre el rey golpeándole el rostro y luego en el estómago.

Todo era una locura, habían gritos y golpes. Traté de meterme a la pelea para detenerlos pero Andrew me detuvo. Peter y Caspian lograron separarlos y los sujetaban de los brazos para que no continuaran con su pelea.

Se había formado un ambiente tenso y sólo se escuchaban las respiraciones agitadas del rey y el lord.

William se zafó del agarre se Caspian con un movimiento brusco, me dio una última mirada y se fue. Andrew y Perla salieron detrás de él.

Peter aún sostenía a Edmund, así que aproveché para salir e ir a mi habitación. Caminé lo más rápido que pude y al entrar quise cerrar la puerta pero no pude. ¿La razón? Edmund. Me había seguido. Lo miré y cerró la puerta con fuerza. No dijimos nada por un largo rato.

-¿Hasta cuándo?- habló por fin.

-¿Hasta cuándo que?- respondí y se pasó la mano por el cabello en señal de frustración. Hubo otro silencio.

-Revise los planos de tu plan- cambió de tema. Yo seguía mirándolo atenta. Trataba de controlar el impulso de abrazarlo. -Es increíble- sonrió de lado.

-Eso ya no importa- dije indiferente. -Ese plan ya no se usará- su expresión cambió y comenzó a acercarse. Por instinto retrocedí hasta que me topé con una de las paredes.

Joder.

Estabamos tan cerca que con un sólo movimiento podría besarlo.

-En verdad lo lamento- dijo y lo miré a los ojos ya que mi mirada estaba en sus labios. -Me dejé llevar por el enojo y lo descargué diciendo todas esas estupideces. Es que siento que siempre estoy bajo la sombra de mi hermano, siempre soy el segundo. El pequeño, el segundo al mando. Yo no importo mucho.

-Edmund- tomé su mano y sentí como los nervios florecían en mí. -Tu vales mucho, como rey y como hombre. Siempre estás dispuesto a ayudar, estás para tus hermanos, tus amigos y tu nación- recordé cuando lo pillé tratando de entrar al ejército. -Eres un gran espadachín, sabes varias tácticas de combate. Tienes muchas virtudes, eres igual de importante que tu hermano. -Me atreví a colocar mi mano en su mejilla y él cerró los ojos. -Eres importante para mí- mi voz sonó temblorosa. Fruncio el ceño.

-Creí que ya no...

-Todos cometemos errores- no dejé que terminara de hablar. -Es parte de la vida- sonrió de lado.

El tesoro de Narnia [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora