Pesadilla.

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Un reino en el que el hombre más poderoso era la persona más sola eh infeliz de todas, presa de sus recuerdos y su corazón roto.

Advertencia: mención de un asesinato y tortura.

Género: fantasía medieval.

Número de capítulos: one-shot

Número de palabras: 1295.

.•°£°•.

Era más de media noche, afuera era tranquilo, nada más que el ruido del viento entre los árboles, el ruido de los animales nocturnos y la fría compañía de la luna.

Su silueta frente a la ventana abierta, el aire frío entrando y recorriendo su cuerpo, la luna brindaba la única luz que lo bañaba de forma tenue y detrás de él un rechinido de la madera que delataba la presencia de alguien más.

_ he vuelto a tener esa pesadilla Cox _no hacia falta voltear pues sabía perfectamente de quién se trataba, lo estaba esperando_ creí haberla vencido... es la misma voz, esa voz terrible.

Su voz que carecía de delicadeza, grave y varonil como la de cualquier hombre de 35 años sonaba melancólica, triste y resignada pues muchos años había pasado ya de que se le fue arrebatado a la única persona que él amó.

Cerro los ojos y podía verlo todo con claridad, como si esos recuerdos pasarán frente a él y lo estuviera reviviendo.

Los gritos los escuchaba fuerte y claro, casi podía sentir la fría lluvia empapar su rostro, el ruido del látigo impactar contra la piel abierta, la sangre recorrer por aquella espalda diluyendose con la lluvia y la mano de su padre tomándolo del hombro mientras le hacía ver cómo castigaban y torturaban a su amante antes de decapitar lo.

¿Su crimen? Amar a un gran hombre.

Su vista perdida en algún punto en el cielo, completamente inmóvil ante el recuerdo, su postura recta aparentemente imperturbable si se le miraba desde atrás pero sus rodillas temblaban, sentía que en cualquier momento caería al suelo.

La presencia sólida a sus espaldas se mantenía en silencio, no ha pronunciado palabra alguna desde que entró al cuarto pero aún así podía sentirlo cada vez más cerca de él, su respiración en su cuello y de repente... solo siente que se aleja.

Su rostro apenas se mueve en su dirección de forma lenta y melancólica.

_ no te vallas.

Es lo único que dice, da media vuelta y se miran a los ojos por primera vez en la noche, su acompañante le toma de la mano, él aprovecha y esa mano que sostuvo la suya la lleva a su rostro besando los nudillos, la lleva a su mejilla disfrutando de la mano varonil de su acompañante, cierra los ojos mientras trata de reprimir todos esos malos recuerdos que ya ha dejado atrás.

Casi.

Cox es un hombre comprensivo y paciente, poco hablador, espera a que el hombre frente a él recupere las fuerzas, no hace preguntas, no le interesa las respuestas, siempre fue más de acciones que de palabras, se consideraba un hombre práctico, acerca al hombre frente a él y lo envuelve en un abrazo, automaticamente el contrario se refugia en su pecho ocultando su rostro allí, él acaricia su cabello castaño y le besa la frente y sabe, sabe que ese hombre que acuna entre sus brazos se entregará a él voluntariamente antes de que llegue el amanecer.

Cox puede ver brillo en sus ojos, lágrimas sin derramar se juntan en ellos, le imploran, no, le suplican compañía pero tiene suerte, también se considera un hombre dadivoso, él le dará lo que necesita, siempre estará allí para él, con la única condición de que se irá siempre antes del amanecer, al atardecer volverá, en el transcurso del día cada quien seguirá en lo suyo, él siempre rondando entre las sombras pues nadie puede saber que ellos dos se frecuentan.

El hombre al que Cox abraza parece entrar en razón por apenas una fracción de segundo, se aleja casi de forma isterica del pecho del mayor.

_ ¡No! no me toques ¡¿Cómo osas tocarme con esas manos?! _bosifera istéricamente el hombre de 35 años_ esas manos sucias ¡Manchadas de sangre!... De la sangre de él ¡De mi Cate!

Voltea dándole nuevamente la espalda al hombre callado que aún no ha dicho nada y que solo se limita a observar, esperando a que el hombre frente a él se calme y recupere la compostura, observa como apoya sus manos en la ventana abierta con la cabeza abajo, su cabello le cubre el rostro mientras suelta un sollozo reprimido para luego enderezarse y tomar una onda inalacion, puede ver cómo se toma el puente de la nariz mientras se vuelve a apoyar de la ventana y vuelve a respirar, esta vez cuando exsala su voz suena quebrada, comprendió que su presencia esa noche no sería requerida.

_ en todo caso, me retiro entonces majestad.

_ no, no te vayas _inmediatamente voltea tomando le la muñeca a Cox para evitar su partida.

_ son casi las tres majestad debo irme.

_ he dicho que no te vallas _reafirmo el agarre en su muñeca.

Se miraron nuevamente a los ojos  y caminaron unos pasos a un sillón cercano en donde se arrodilló frente a Cox.

_ tú eres el rey _le dijo casi como una orden pero con los ojos de cordero_  me estoy despidiendo, un minuto, una hora, una noche. Tu eres yo, yo vivo en ti.

_ no os conviene ese tipo de juegos majestad ya lo sabe.

_ no silencio _lo silencio poniendo la punta de sus dedos en la boca del contrario, su otra mano entre su cuello y nuca sosteniendo lo firmemente pero cerrando los ojos negándose a escuchar_ tú eres Federico, Federico tienes 35 años, yo soy Cate.

Fue cuando comprendió, su rey quería jugar "ése" juego, entonces le daría el placer.

_ disculpad, quería decir teniente Cate.

_decidme alteza _espero a qué le diera órdenes arrodillado frente a él tomándole la mano que tan solo apenas unos minutos había despreciado.

_ teniente Cate ¿Está todo preparado? _empezo el juego tomando una distinta actitud.

_ queréis iros ¿no es cierto alteza? ¿Seguiremos juntos? Iré donde ballais _su actitud fue completamente sumisa asumiendo su rol.

_ Cate si vienes conmigo lo vas a echar todo a perder _sono tosco, con superioridad.

_ ¿Y qué pasará alteza? _justo en ese momento su mente recordó una escena muy específica, una que no quería recordar, sabía que recitando las últimas palabras con verdadera importancia que le dijo Cate en vida recordaría su triste final...y su cuerpo decapitado.

En ese momento Federico rompió en llanto de forma inevitable, bien se lo había dicho Cox; ese tipo de juegos no le convenían, pero realmente lo necesitaba.

Lo necesitaba con todas sus fuerzas.

Darle fin a lo que nunca pudo concretarse.

Despedirse adecuadamente de la única persona que él amó y que le a amado de vuelta exactamente con la misma intensidad.

Mientras Federico lloraba, Cox  sé apresuró a envolverlo entre sus brazos dándole consuelo a quien era su Rey, a quien sabía perfectamente que era la persona más sola que pudiese vivir en todo el reino.

Sí, sus manos estaban sucias, manchadas de sangre, de la del teniente Cate el amante del Rey quién en ese entonces portaba el título de príncipe Federico entre muchos títulos más, tantas personas pasaron por su látigo en ordenes del Rey, en sus manos y en las de cientos de soldados igual que él.

El rey Federico tomo las manos de Cox quién le secaba cuidadosamente las lágrimas, tenía los ojos cerrados y gesto compugido mientras sostenía con firmeza las manos de su subordinado pues no quería sentirse sólo.

Abrió lentamente los ojos fijándose directamente en los labios de su subordinado y maldijo todo mandándolo al diablo, él quería unos labios contra los suyos y un cuerpo que calentara su necesidad.

Un alma que acompañará a la suya.

Historias Cortas BLWhere stories live. Discover now