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- Tengo algo para ti, por cierto. - Comentó Light rato después, sacando de su bolsillo aquello que había comprado en la tienda el día anterior.

El niño lo observó con curiosidad, su mirada posada en el objeto que sujetaba el castaño.

- Toma, una lupa. - Le ofreció el objeto en cuestión - Como eres detective pensé que igual te haría ilusión...

L parpadeó un par de veces, pasando su mirada de la lupa al propio Light. No llegó a coger la lupa, solo se quedó mirando.

- ¿Para qué quiero eso?

La pregunta hizo que Light bajara la mirada avergonzado. Pensó que realmente le gustaría.

Elle no lo había preguntado con la intención de hacer sentir mal al castaño, simplemente intentaba encontrarle una utilidad a ese objeto.

- Bueno, pues... Para encontrar pistas en las escenas del crimen, por ejemplo. - Dijo el castaño sin mucha convicción, mirando sus zapatos. Ryuzaki le cogió la lupa de la mano y la miró unos segundos antes de hablar.

- Gracias, Light. - Le agradeció con una sonrisa que el castaño no dudó en corresponder.

- De nada.

El pelinegro se pasó la lupa de una mano a la otra, notando que hacía ruido. Entonces se fijó en que si se la acercaba al ojo podía ver las cosas más grandes de lo normal.

Rápidamente se giró hacia Light, ofreciendole al universitario una adorable vista: al pequeño sonriendo mientras que tenía un ojo bastante más grande que el otro a causa de la lupa.

- ¡Hala! Así te veo más grande. - Dijo contento, pudiendo apreciar los rasgos del castaño desde más cerca.

Light se rió, al final sí le había gustado el regalo. Tal vez debería dejar de tomarse tan enserio lo que pensara Elle. Después de todo, los niños eran muy impulsivos y no tenían filtro.

¡Hasta le había dicho que se quería casar con él! Estaba claro que no sabía lo que decía, el Ryuzaki adulto nunca diría eso.

- Para eso sirven las lupas. - Añadió Light, disipando sus pensamientos pesimistas.

- Qué guay. - Comentó maravillado el niño.

Light pensó en lo precioso que se veía el chico a esa edad, tan adorable e indefenso. No pudo evitar entristecerse porque, aunque adoraba al Ryuzaki adulto y deseaba que volviese cuanto antes a su forma normal, iba a extrañar esa faceta suya.

Además estaba seguro de que L no tenía ninguna foto suya, por seguridad o alguna cosa de esas. Así que nunca podría volver a ver a ese pequeñín.

- Oye, ¿quieres que nos saquemos una foto? - Le propuso, dispuesto a arreglar el dilema.

- ¡Sí! - Aceptó rápidamente el pequeño emocionado, acercándose más a Light.

El castaño sonrió y sacó su móvil. Se sacarían una foto y luego se la enseñaría al Ryuzaki adulto. Y obviamente no le permitiría borrarla, no, Light tenía intención de enmarcarla en su cuarto. 

Puso la cámara frontal y estiró su brazo. L sacó su lengua infantilmente a la hora de hacer la foto y Light no pudo evitar reírse.

- ¡Otra! - Pidió el pequeño, después de ver la foto. Habían salido muy felices los dos, se podía notar que se llevaban bien solo con ver la foto.

- Tus deseos son ordenes. - Concedió el castaño, sonrientemente. ¿Cómo negarle algo a ese niño tan mono?

Light estiró su brazo de nuevo, dispuesto a sacar una segunda foto. Entonces, cuando iba a darle al botón sintió como le tiraban un poco del brazo y algo le tocaba la cara.

48 horas - LawlightWhere stories live. Discover now