V

1.3K 217 41
                                    

Las semanas transcurrieron tranquilamente tras aquella primera llamada que el poeta tuvo con su musa. Se veían diario en la cafetería y solían tener charlas por mensajes, hasta que un día Nakahara tuvo el valor de invitar al castaño a dar un paseo por la ciudad.

Por ello, en esos momentos el pelirrojo estaba apoyado contra una pared en el metro, ese sería su punto de encuentro. El problema era la ansiedad del estudiante que lo obligó a estar ahí quince minutos antes. Miraba constantemente su celular para saber la hora y verificar que no tenía ningún mensaje de su... ¿Cita podría decirse? Porque para él eso era aquella salida: una cita.

Cinco minutos más tarde, observa a lo lejos una cabellera color marrón que conocía muy bien, se trataba de Osamu que trataba de esquivar a la multitud. Se le veía tranquilo, cómodo y feliz por algún motivo.

"¡Nakahara! Mh, planeaba llegar primero pero veo que me ganaste." Musita con diversión una vez está lo suficientemente cerca del ojiazul.

"Supongo que los dos quisimos llegar primeros." Ríe suavemente comenzando a caminar hacia el metro. "Vamos, Dazai, quiero llevarte a mi lugar favorito."

. . .

Alrededor de media hora más tarde, Chuuya está caminando al lado de su amor platónico en dirección a un cine abandonado.

Cuando el edificio se encuentra ante los ojos del vendado, éste ladea la cabeza.

"¿El cine abandonado es tu lugar favorito?" Cuestiona dedicándole una mirada a su acompañante, evidentemente confundido.

"Sí. Es un sitio muy tranquilo ¿sabes? Aquí he escrito varios de mis poemas, aunque hace meses que prefiero escribir en la cafetería." Contesta de forma honesta y tranquila, tomando asiento en uno de los escalones.

No podían ingresar porque estaba cerrado con llave, pero sí podían sentarse y disfrutar la compañía del otro fuera del edificio.

"¿Mmh? Hablando de poemas, jamás me mostraste el que me comentaste, aquel que tú profesor revisó." Dice el castaño colocándose al lado del pelirrojo y dedicándole una mirada curiosa.

El poeta se siente cohibido ante esa mirada y posa sus orbes sobre el suelo, atento a las hormigas. En algún momento, se aclara la garganta y recita en tono suave, pero con la suficiente firmeza para ser oído. Se le podía notar algo de inseguridad, mas no dudó en pronunciar las siguientes palabras:

"Sobre la tristeza manchada
caen hoy otra vez copos de nieve.
Sobre la tristeza manchada
hoy hasta la nieve pasa.

La tristeza manchada
es como la piel del zorro.
La tristeza manchada
se encoge bajo la nieve que cae como polvo.

La tristeza manchada
nada desea ni nada súplica.
La tristeza manchada
sueña en la muerte, con tedio.

Temo la tristeza manchada,
y me duele.
La tarde cae en la tristeza manchada
sin que yo pueda hacer nada."

Para cuando el universitario termina, se percata de que su acompañante se hallaba mirándole de una forma... ¿Fascinada? No sabría interpretarlo. Avergonzado, se rasca una mejilla y vuelve a observar las hormigas.

"¡Eso fue maravilloso, Nakahara! Tienes un gran talento. Lo único que debo decir es que necesitas tener más seguridad... Pero fuera de eso, creo que entendí el mensaje que querías transmitir." Sonriente habla, otorgándole unas amigables palmaditas en la espalda al ojiazul.

"¿Eh? ¿En serio te gustó...?"

"¡Sí! Y mira que eso es mucho decir, considerando que la poesía no es lo mío."

"¿Y qué piensas que quise transmitir?"

El vendado se toma un momentos antes de ofrecer una respuesta, frunciendo los labios con semblante reflexivo.

"Podría decirse que una tristeza te ha consumido a tal punto que no te la siente como tu fiel compañera y cuando llega el invierno, te hunde más y más, que eres incapaz de hacer algo por superarla. Quieres dejarla, pero te es imposible... O al menos así lo interpreté, no sé."

Un silencio se instala sobre ellos, no es incómodo ni molesto. Ambos están pensando algunas cosas, considerando que en ese instante ya no son un simple cliente y empleado, no. Son cercanos ya. No hay marcha atrás.

"Sí... Captaste bien el mensaje, Dazai." Comenta tras unos minutos el más bajo, esbozando una sonrisa ligeramente melancólica. "Temo la tristeza manchada, no mentiré."

"Hey... Tal vez algún día salga un sol que derrita ese invierno en tu interior." Trata de animarle el contrario a la vez que le desordena el cabello.

Pequeñas risas inundan el lugar, provenientes de ambos varones.

"Creo... No sé, sólo creo que ya he encontrado ese sol." Susurra el mayor dedicando al adverso una mirada enternecida porque sí, ciertamente el vendado le ha dado algo de luz entre tanta oscuridad.

Osamu levanta una ceja, inconsciente de la gravedad de las palabras enunciadas por el otro, aunque cree tener una idea de a qué se refiere. Y desea con todas sus fuerzas estar equivocado.

Chuuya no debería encariñarse con él.
No debería enamorarse de él.
No debería verlo como una constante en su vida porque... En cualquier momento, dejará de existir. Es cuestión de tiempo para que deje este mundo.

Haciéndose el tonto, cambió el tema por algo más banal, como su jornada laboral en la cafatería y cómo se equivocó al entregar un latte en lugar de un frappé.
Estaban entrando en invierno, pronto habría nieve y concordaron que pasarían juntos la primera nevada. Era cuestión de semanas para que eso sucediera, mientras tanto, seguirían disfrutando de la tranquilidad de sus vidas.

。*゚+。*゚+。*゚+。*゚+。*゚+。*゚+
Heyo!
Sólo quiero comentar que es probable que interpreten el poema de Nakahara Chuuya de otra forma, pero yo lo interpreto así: miedo a la tristeza que te consume y congela como si estuvieras en invierno, que aunque trates de salir, jamás lo lograrás.
¡Gracias por leer! 💕

Temor [SOUKOKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora