«ᴇxᴘᴇʀɪᴍᴇɴᴛᴏ ɴ°65: ᴇxɪᴛᴏꜱᴏ»
Corrupción, guerras frías / armamentistas, países rebeldes... La O.N.U. estaba harta de todo aquello.
A su mente la idea de nuevas colonias no dejaba de resonar, que fuesen mucho más perfectas que los países de ahora.
Var...
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— che- me estoy cagando de frío. —reclamó el argentino mediante se abrazaba a si mismo para calmar el congelamiento que su cuerpo estaba recibiendo.
Arribaron al Moscú en cuestión de horas casi eternas para el latino. Rematando que en el territorio del euroasiático estaban en pleno invierno. Martín está acostumbrado a un clima más templado, no a un clima con -04° de grado.
Iván parecía no importarle aquello, él simplemente se sentía en casa por sentir aquel crudo frío golpear su cara. Diego no pensaba bajar del avión, era igual de quisquilloso que Tincho con relación al frío.
— ¡dale, bajate!. —ordenó el albiceleste con poca paciencia en su sistema a causa del berrinche del rusveniano.
— ¡¿estás loco?!, ¡halla afuera me voy a congelar!, ¡ni en pedo bajo!. —aclaró estando en la salida del enorme vehículo de vuelo. Martín estaba tentando con bajar a su descendencia de allí a cintarazos pero aún así se calmó. Respiro profundo siendo observando detenidamente por el eslavo.
— Dieguito, baja de allá porque estas tentándome a que te baje a golpes. —advirtió. Rápidamente Iván intervino tomando al rubio por los hombros.
— no lleguemos a tales limites, por favor. Convenceré a nuestro hijo. —se acercó más hasta donde las escaleras del avión ruso y miró a su hijo, el cual seguía de brazos cruzados allí parado—. Diego, ¿por qué no bajas de allá?. Iremos a mi casa, conocerás mis costumbres, iremos de caza, beberás vodka, harás lo que quieras.
— ¡¿montar un oso también?!. —ambos padres claramente quedaron atónitos antes tal pregunta. ¿Por qué mierda su descendencia quería montar un oso?.
— ah... Bueno, —rascó con nervios su nuca, tal vez pensando en la respuesta que le daría. Los extranjeros tenían una extraña forma de creer que los rusos son personas bastante intrépidas, la verdad era que sí, lo eran, pero no llegaban a tales puntos— cla-claro, ¿por qué no?. Montaras un oso.
— ¡genial!. —rápidamente tomo su equipaje y bajó del avión al fin yendo al lado de Argentina. Martín aprovecho el entonces para ponerle el ushanka grisáceo suyo—. Papá, ¿te montaras junto conmigo en el oso?.
— ni que de eso dependiera el pago de la tremenda deuda que tengo con el capitalista. Si queri' que te coma un oso, metele noma. ¿Quién te detiene?. —el grupo empezó a caminar hasta la entrada del aeropuerto siendo escoltados por dos federales rusos. Irían hasta la Casa de Gobierno del país euroasiático, donde se hospedarían.
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Llegamos a Rusia :D Intentaré informarme más acerca de las costumbres comunes de aquel país. Lamento si tarde en publicar, ando en exámenes finales por lo estaré medio inactiva. ✌🏻❤
