D E S C E N D I E N T E© | RusArg | Hetalia O.c.

⸙┊dieciseis; caza

➛Diego Braginski Hernandez

Estoy nervioso.
No. Aún peor. ¡Estoy bastante asustado!.

Papá me subió a un auto junto a armas y extraños artefactos, todos puestos detrás en el maletero. Él iba tranquilo pero yo bastante inquieto. Padre no nos acompañaba está vez, aún se hallaba débil por su resfriado –amaneció bastante mal está mañana–.
Mientras papá tarareaba una canción sin quitar los ojos de enfrente yo intentaba calmar mi sentido de alerta. No debía desconfiar de él, después de todo me quería y seria incapaz de hacerme algo malo... ¿Cierto?.

—¿estás emocionado?.– me preguntó. Yo no sabia ni qué responderle, ni siquiera sabia lo que íbamos a hacer.

—creo que... Un poco.– respondí a la vez que mentí. Papá acarició mi cabello, arruinando lo un poco en su perfecto estado.

—ponte el gorro. Afuera hará mucho frío.– me aconsejo. Llevaba mi duplica de su gorro enganchado en el cinturón de mi pantalón. Me lo puse apenas me advirtió esto.

—¿qué haremos?.– decidí por preguntar. La risa que él emitió sin duda alguna causo un poco en mí de escalofríos.

—estoy seguro que te vas a divertir con esto.– no me respondió pero sí me dijo aquello. Me aseguró de que seria divertido, ¿era divertido llevar armas y municiones con tu padre ruso a saber dónde?. Pues en lo que en mi respecta, parece que vamos a crear una masacre o a la misma guerra.

Llegamos, literalmente, a la nada.
La nieve cubría el mayor tercio del suelo que a simple viste y si te paras a observar el paisaje, lo verías todo pintado de blanco.
Los ruidos de aquel lugar me ponían bastante tenso que estar junto a papá ahora era como estar junto al mismo Dios. Quiero decir, estando con él me sentía protegido.

—toma.– me extendió un rifle. Lo tomé y lo miré con sumo cuidado notando algunos escritos en ruso y símbolos de la Unión Soviética —¿Sabes disparar?.

—a-algo.– sí. Sabía hacerlo, pero no era profesional.
En mis tiempos de adolescente, en mi colonia, junto a mi abuelo (ex- combatiente de guerra argentino) siempre lo vi cuidar de sus armas y hasta tuve clases de como recargarlas, colocarles el seguro... Pero nunca llegue a disparar una.

—no te pongas nervioso, yo te ayudaré.– aseguró.
Él comenzó a adentrarse. Yo fui detrás suyo.
Era obvio que estábamos en un bosque ajeno a los que conocía. ¿Era legal estar aquí?. Pero que digo, papá fue quien impuso las leyes, tal vez él sí podía romperlas.

—¿qué vamos a hacer papá?.– pregunte.
Él paró en seco y volteó a verme.

—casaremos animales.

La palabra cazar ya me aterro aún o tal vez mucho más. No. No podía hacerlo. Matar a un animal estaba mal; no puedo asesinar a un venado sin pensar en la película de Bambi. Pero papá se veía emocionado.

Si me obligaron en Argentina a jugar al fútbol, ¿aquí van a obligarme a cazar animales?. Prefiero que alguien más los case.

—¿estás bien?, te pusiste pálido de repente.

—de-debió de haber sido el frío, no importa. Estoy bien.– le asegure fingiendo una sonrisa.

Papá se lo creyó.
Volvimos al andar. Entramos profundo a aquel lugar de arboles sin casi hojas, atentos a cualquier ruido.

—осторожно, где ты думаешь. Здесь может быть медвежья ловушка. (cuidado por donde piensas. Puede haber alguna trampilla de osos.)– me advirtió.
Se entender el lenguaje ruso a la perfección. Fue algo que me enseñaron en la escuela por obligación. Así también como el español.

—дать согласие. (de acuerdo.)– así como lo se entender, también lo se hablar.

Tuve cuidado está vez con mis pisadas. La nieve nos dificultaba el ver las trampas de osos o pozos en la tierra. Cada maldito ruido de allí me hacia poner los pelos de punta. ¿Y si era un oso que pronto nos iba a atacar?. ¿O tal vez otra cosa peor que un oso?, eh oído hablar de muchas cosas raras que suceden dentro de los bosques de mi papá.

El disparo repentino que hizo me causo un sobre salto que casi y ocasionó que gritara.
Voltee a ver a mi papá y delante suyo ya había un venado muerto.

—y así, Diego, es como se caza a un animal.– me mostró la 'recompensa' y claramente yo quede petrificado al ver la escena.

—creo que el trauma de Bambi volvió.– dije inconscientemente confundiendo por momentos a Iván.

Su teléfono sonó. Era una vídeo llamada y era claro de que se trataba de mi padre Martín.

—привет дорогая Аргентина. (Hola querido Argentina.)– saludó luego de aceptar el llamado.

—¡¿en dónde mierdas andas vos y el chico?!. ¡Anuncian una tormenta de nieve y vos me lo sacas al pibe al frío que se enferme!.– replicó. Se lo podía notar bastante preocupado y enfadado.

—iremos dentro de poco. Antes, mira,– me mostró y yo claramente intente actuar natural —nuestro hijo se está divirtiendo en nuestro día de padre e hijo.

—¿a qué te llevo a hacer?.– me preguntó.

—a cazar animales.– respondí.

—¡Rusia, LPM!, ¿cómo le haces eso al nene?, ¡si aún es chiquito para usar un arma!, ¡me lo traes ya!.

—¡oye, tengo 19, ya no soy un niño!.– replique. Deje de ser un niño pero actuó como uno estando en estas situaciones. Vergonzoso.

—¡me importa una mierda!, ¡se vienen o los salgo a buscar!.– advirtió ocasionando en mí y en mi papá bastante temor.

—iremos ahora, no te preocupes Argie.– cortó de inmediato, evitando que padre nos siguiera retando —De acuerdo, llevemos esto hasta el auto y vámonos. No te pongas triste, volveremos otro día y podrás cazar algo tú.

—si, si. Por favor, vámonos ya. Pero no pienses que voy a tocar eso.– le advertí yendo unos pasos adelante de él.

Leí por allí que antes los padres solían llevar a sus hijos varones de casería en Rusia. Quiere decir que Iván una vez también fue de casería con su padre y él quiso seguir con la 'tradición'

Espero les halla gustado el momento.

Bye