Grabados memorables

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Caminaba sin rumbo por los pasillos de Hogwarts. Acababa de salir del despacho de Sprout con aquella hoja en la que sus opciones de lo que podría ser en el futuro se encontraban detalladas con precisión con los nombres de las notas necesarias en sus TIMOs para poder ser capaz de prepararse para alguna.

La verdad era que hasta ese entonces no se había planteado seriamente a qué se quería dedicar una vez estuviera fuera de Hogwarts. Él no era como sus hermanas mayores, nunca se había sentido tan apegado a algo en concreto con tanta vocación e ilusión como sí lo habían hecho Maribel con el Quidditch y Aria con la medimagia.

Abel se sentía muy confundido y los dolores diarios en su cuerpo no le permitían concentrarse o al menos tener las ganas de querer sentarse a pensar en una opción. Solo quería ir a su habitación, dejarse caer en su cama y cerrar los ojos con la esperanza de que el dolor que también presentaba en su estado de ánimo se fuera.

"Aún eres joven y es entendible que no sepas qué elegir, pero no deberás de temer porque el colegio le brindará a cada uno de ustedes un consejero académico, quien será el encargado o encargada de ayudarles en tan difícil e importante decisión. Aún así no está de más que le des un vistazo a las opciones en esta hoja"

El Hufflepuff suspiró con cansancio, decidiendo darle un repaso al contenido del papel en su mano.

La primera opción era trabajar en Relaciones Muggles, algo que no sonaba muy impresionante a la vista, pero que decidió subrayar por si acaso. En cuanto sus ojos vieron la palabra "sanador/medimago" automáticamente la tachó y pasó a la siguiente opción: Auror. Pensó en el señor Harry, quien era el jefe del Departamento de Seguridad y el mejor auror que el ministerio poseía, luego recordó a su padre y simplemente volvió a poner una equis, no creyéndose lo suficientemente valiente o habilidoso para tal responsabilidad.

Así fue avanzando con aquella pluma de tinta mágica que había obtenido de su bolsillo y con la cual se dedicaba a dejar subrayados los nombres de ocupaciones que más llamaban su atención. Al final, trabajos que tuvieran que ver con defensa y curación fueron completamente descartados, así como también aquellos que tenían que ver con papeleos o atención en el ministerio.

—¡Abi!

Se sobresaltó, deteniéndose a mitad del pasillo mientras Hugo trotaba en su dirección, sonriendo ampliamente en cuanto hubo llegado a su lado.

—¿Cómo te ha ido con el profesor Longbottom?

—Bien, me ha ayudado mucho —sacó su respectiva hoja del bolsillo de su túnica y la dejó frente a él para que pudiera ver los garabatos que había hecho en ella—. Como podrás ver, aún tengo dudas, pero estoy seguro de que con ayuda de mi consejero podré llegar al objetivo.

—Eso es maravilloso —sonrió suavemente, notando que su mejor amigo tenía menos dudas que él—. Estoy muy feliz por ti, Hugo.

—Ya no puedo esperar. —La sonrisa en sus labios se borró en cuanto vio los símbolos en la hoja de Abel—. ¿Eh? ¿Qué le hiciste a tu hoja?

Mi Hermosa Veela y La Melodía PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora