Cap.9

386 48 27
                                    


-Doña Toñita ¿segura que fue buena idea dejar el teléfono en casa mientras hacíamos los recados?-dice Dionisia entrando a la panadería sin percatarse de la presencia de Hiro. 

 -Sí Dionisia, yo no confío en toda esa tecnología que usan hoy en día- deja la canasta sobre la mesa.Hiro no prestaba atención a su conversación, estaba más concentrado en controlar a baymax para que no sufriera algún accidente en su camino al hospital. Una vez que estaba en el área de urgencias dió un vistazo por sus alrededores y logró visualizar a Kubo abrazando fuerte a su Tía, eso era confuso ¿acaso sucedió algo malo? 

 -Baymax haz un escaneo de todos los que están en ese lugar- ordenó.

-escaneo completo, los neurasmisores de todos están muy bajos, eso indica que están tristes. Pero uno en particular carece de signos vitales, al parecer es una señal femenina y proviene de ahí- Baymax señala en dirección a Leo, quien estaba acostado sobre alguien llorando amargamente.

-acércate un poco a Leo- el robot obedeció y se acercó a la camilla, donde ya hacia el cuerpo de María totalmente inmóvil con sus ojos cerrados, parecía estar dormida. Ya no tenía ninguna máquina conectada a su cuerpo. Los ojos de el japones se abrieron cuando la vieron en ese estado. 

-N-no puede ser... señora María... ella esta m-muerta. -fué lo que pudo decir Hiro aún estando en trance tratando de digerir la noticia.Los días siguientes que fueron los del funeral, fueron tristes y grisáceos para todos en la casa, la prensa se había enterado de la muerte de la dueña de las Empresas San Juan, y dieron la triste noticia a todo el mundo. Llegando de esta manera hasta los oídos de Nando. Hiro no podía creer que le hayan obligado a ponerse ropa formal para lo que supuestamente iban a ser sus "vacaciones" en México, pero nada parece salir "de acuerdo al plan".

Días después del entierro la actitud de Leo y Kubo era muy diferente, Leo era muy distante con todos especialmente con Kubo a pesar de que aún compartían la misma habitación. El Mexicano se enfocó más en su trabajo ahora como gerente pues aún no podía ser el Dueño hasta que estuviera casado con alguien.Un día Leo estaba revisando unos papeles en la habitación que compartía con Kubo para que todo estuviera de acuerdo con los trámites para la boda, los dejó todos en una carpeta y los puso a un lado, puso una mano en su boca para que nadie escuchara sus sollozos, quería hacer todo esto con su madre, pero era evitente que la flaca no da tregua a nadie, ni siquiera para despedirse como se debe. Kubo estaba muy confundido con sus sentimientos, amaba a Leo pero sabía que no podía hacer nada para impedir esa boda. Era el momento de que aclaren de una vez por todas que era lo que realmente sentía Leo por el, sin tocar la puerta entró a la habitación y encontró a su amado sentado en la cama abrazándose a sí mismo. 

-Leo -déjame sólo- mueve la cabeza hacia un lado. 

-sabes que no haré eso - Kubo se acercaba más y más a Leo, se quedo quieto cuando vio que el mexicano se ponía de pie frente a él con la cabeza inclinada hacia adelante. 

-no sabes cómo me siento ahora, por favor vete - su voz estaba muy quebrada y un poco ronca. 

-se cómo te sientes. 

-¡No, no lo sabes! ¡No sabes lo que se siente perder a tus padres!- luego de un rato Leo se dió cuenta de lo que dijo, Kubo cerró sus ojos con lágrimas, dio media vuelta dispuesto a salir de la habitación pero Leo no podía permitir que se vaya mas herido de lo que ya estaba, lo tomo del brazo sin aplicar mucha fuerza. -Kubo... N-no, eso no es...

-tenía once años Leo...- Kubo empezó a hablar- Tenía once años cuando murieron mis padres, dieron su vida por mí... A los doce perdí a mi abuelo, ya no me quedaba nadie, el pueblo me cuidó por un tiempo, pero una vez logré aprender inglés básico tomé todo el dinero que me quedaba y me fuí de Japón para buscar una forma en la que pueda volver a verlos sin tener que dar mi vida a cambio, en uno de mis viajes escuché el rumor de un niño que afirmaba haber ido al mundo de los muertos y regresar con vida, así que vine a México, entonces conocí a Miguel... a Marco... Y a tí. 

Mas allá de la muerte (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora