Capítulo II

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Si en algo no se había equivocado Mr

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Si en algo no se había equivocado Mr. Long, había sido en su descripción sobre Ms Paige. Era evidente que la mujer tenía una posición de jerarquía sobre el resto de la servidumbre, aunque esto podía atribuirse a lo avanzado de su edad y el sentimiento de respeto que inspiraba, más que a una verdadera pose de autoridad.

Después de despachar al cochero y a su pasajero, cuyo medio de transporte fue capturado por los espesos tentáculos de niebla en el camino de regreso, dispuso la conducción del equipaje de la recién llegada al que sería su nuevo lugar de habitación y planificó una cena temprana en el comedor de la servidumbre con Ms Cook y Mr. Baker, los encargados de la cocina, personas apocadas y laboriosas, según una definición apresurada surgida de la breve primera impresión de Miss Clarke.

Finalmente, Ms Paige comenzó un recorrido por el ala principal de la estancia que, al igual que la fachada exterior, resultaba espléndida y asolada por parte iguales y exudaba un misterioso encanto.

Sin embargo, no fue la envejecida tapicería que forraba los muebles ornamentales, ni las pesadas alfombras que navegaban sobre los acabados pisos de madera, dejando estelas de hilachas, tampoco la antigua y ampulosa lámpara de araña que colgaba sobre el magno recibidor, ni las estatuas y mayólicas, formidables y ajadas, que engalanaban cada esquina, lo que captó la atención de la joven, sino la penumbra que reverberaba entre los altos muros y, con ella, el opresivo silencio. Porque aunque "Whispers House" era por naturaleza conocida como la "Casa de los murmullos", la primera vez que Miss Clarke caminó sobre los desgastado suelos de la mansión, los constantes susurros que se escurrían por cada fisura enmudecieron, no porque esas voces no tuvieran nada para decir, sino porque la atención fue puesta en algo especial, algo que se movía conforme la chica avanzaba y llenaba cada nuevo espacio que visitaba, algo que se filtró hasta los mismos cimientos de la casa, estremeciéndola y despertando su apetito voraz...

 Porque aunque "Whispers House" era por naturaleza conocida como la "Casa de los murmullos", la primera vez que Miss Clarke caminó sobre los desgastado suelos de la mansión, los constantes susurros que se escurrían por cada fisura enmudecieron, no...

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—Y esta es su habitación —concluyó Ms Paige, después de un largo tramo silencioso. Miss Clarke pudo reconocer la fatiga en la voz de la vetusta mujer y la incomodidad causada por las varices en sus piernas—. Notará que se encuentra en la planta alta, próxima a la de los niños. Se dispuso así en caso de que llegaran a necesitarla durante la noche.

"Para que el sueño de los Señores no sea velado con los incesantes llantos provocados por pesadillas". Meditó Miss Clarke, pero guardó esos pensamientos para sí, pues eso era lo adecuado.

››Verá que su equipaje ya está presto—señaló las maletas ubicadas junto al lecho—. También encontrará ropa más apropiada a su actividad en el armario, si llegara a necesitarla. Sin embargo, no ha sido una regla expresa de los amos de "Whispers House" que usara un uniforme —subrayó.

Miss Clarke no estaba segura de qué parte de su vestuario resultaba "poco apropiada" a la tarea a desempeñar. Había intentado ser lo más recatada posible en su atuendo. Incluso su madre le había prestado algunas joyas simples que le confirieran un poco de distinción, sin volverla demasiado llamativa o extravagante ante los ojos de los empleadores. ¡No fuera a ser cosa que alguno de los hermanos se sintieran tentados a caer en el pecado!

"¿Tal vez es un poco colorido?" Pensó la muchacha. Los colores alegres parecían no ir a juego con los apagados tonos de la propiedad o de la vestimenta del resto de los empleados. Por lo que no descartó la posibilidad de usar el mencionado uniforme si así se lo solicitaban los Señores.

››También hay mantas extras en el armario —continuó el ama de llaves—.  A veces el aire exterior se filtra por las grietas y orificios de la casa y puede ser bastante gélido durante la noche.

Al parecer su hipótesis inicial sobre las bajas temperaturas había sido correcta. Por desgracia, sus esperanzas de tener una cálida chimenea dentro de su cuarto se vieron frustradas, después de un fugaz examen ocular al interior.

››Haré que le suban la cena más tarde, cuando ya se encuentre instalada. Si necesita algo más no dude en pedírmelo —indicó servicial.

Tras una breve pausa, Miss Clarke se animó a preguntar.

—Lo siento pero, tenía entendido que las governess cenaban en la mesa familiar...

"Quizá la costumbre no se mantiene en la mansión", reflexionó.

—Y así es pero, me temo que los Señores no estarán presentes hoy a la hora de la cena y los niños tampoco. Se hallan algo indispuestos —puntualizó y Miss Clarke intuyó que esa sería toda la información que obtendría de aquella mesurada y prudente mujer.

››No obstante, si prefiere cenar en compañía y no le causa molestia, podría acompañarnos a mí y al resto de los empleados en el comedor de servicio —propuso, como gesto de buena voluntad.

Quizá a Miss Clarke se le había notado demasiado la decepción en su rostro. Aunque había ensayado la intensidad de sus gestos con anterioridad para que resultaran moderados, a veces no podía contener su propia naturaleza expresiva.

—Eso me agradaría mucho —
comunicó con una sonrisa amable.

—En ese caso, la cena se sirve a las siete en punto —recordó Ms Paige, antes de marcharse con su andar lento y reservado, hasta volverse una sombra más de aquel pasillo silente y apagado.

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