Capítulo 11: La batalla de Trost -Primera parte-

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"Los dos mejores"


Ruidos y revueltas. Eso era lo que se oía en todo el alrededor. Una enorme cantidad de personas amontonadas exclamando y gritando todas juntas con terror. Se encontraban en la puerta norte, tratando de salir de la ciudad lo antes posible. Pero aparentemente, no habían podido atravesarla debido a un gran carro estaba bloqueando la salida, provocando que la evacuación se retrasara.

-¿Tienen idea de lo que está pasando?- Exigió con temor un aldeano, luego de sostener a otro al ser lanzado hacia atrás y caer. Todas las personas allí presentes no querían pasar más tiempo de este lado de la muralla, y no podían atravesarla dado a que ese enorme carro no se los permitía.

-Si, por eso estamos aquí. Si quieren salvarse, ¡ayúdennos!- Exclamo el hombre obeso, estando frente de ellos, rodeado por otros sujetos, protegiéndolo a él y la carreta. Ésta estaba siendo empujada por un pequeño grupo de personas, mientras hacía su máximo esfuerzo para que pasara por la salida. Pero el problema era que no cabía dentro. Era demasiado grande como para hacer que pase.

-¡Eso no cabe por la puerta!-

-¡Tiene que ser una broma!-

-¡Nosotros vamos primero!-

-¡Nos devoraran a todos!

Eso y mucho más exclamaban los aldeanos alrededor. Sus gritos eran ruidosas mezclados con el miedo de todo lo que estaba pasando en la ciudad. Era increíble que aquella carreta era más importante que la vida de todos los civiles allí presentes. Nadie sabía en que momento un titán podría hacer acto de aparición. Lo peor de todo, es que ni siguiera los soldados de las tropas de guarnición que habían allí presentes hacían algo al respecto. 

Oían como pedían que los arresten, pero ante eso, el hombre obeso volteo amenazadoramente hacia el soldado, con una vista fija en él. -Inténtalo, don nadie. Soy el jefe del gremio de la zona.- Eso asustó al joven miembro de las tropas estacionarias, haciendo que tragara saliva al respecto. -¿Quién crees que paga la comida de ustedes? ¿Puedes reunir el dinero para alimentarlos tú?- Le preguntó, luego de acercarse, colocándose justo en frente de él.

El joven no respondió, al igual que ninguna otra persona dijo algo. Aparentemente, ellos no aportarían el carro sin que alguien los obligase, y por lo que veían no había ningún valiente. 

El jefe del gremio de la zona incluso ofreció a algunos de los civiles allí presentes a que ayuden a empujar la carreta, para después ser recompensados. Cualquiera lo haría, pero simplemente con tal de que dejen el paso para poder salir de la ciudad lo antes posible.

Mientras, una niña que estaba siendo cargada por su madre se encontraban detrás de la multitud. Cuando de repente, la pequeña infante se percató de algo. -¿Mamá?- La llamó, mientras ésta la abrazaba, solo para después voltear, luego de oír como la pequeña preguntaba. -¿Qué es eso?-

De repente, el suelo empezaba a retumbar. Un estruendo a lo lejos hizo que todos voltearan hacia dicho ruido, oyendo como se hacía cada vez más fuerte, sintiendo que algo se acercaba. Muchos ya temían lo peor, y lo que pudieron ver a lo lejos fue a un soldado herido, caminando como podía por la calle vacía, pidiendo ayuda.

Hasta que, doblando por una esquina, un enorme titán de clase 9 apareció corriendo rápidamente, chocando con todos los edificios alrededor suyo, y llevándose por encima al soldado herido.

Los gritos de pánico y terror se produjeron al instante en todos los civiles al ver dicho ser acercándose a ellos. Parecía que la única manera de sobrevivir era empujando la carreta, y así, muchos empezaron a hacerlo, amontonándose los unos con los otros, con tal de salvarse.

El Rey de los TitanesWhere stories live. Discover now