Capítulo; 01.

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Aioros.




Atenea creyó que formar lazos insostenibles era bueno para todos los caballeros. Lo cierto es que llorar sobre la leche derramada solamente empeoraba las malas relaciones y recuerdos que manteniamos en nuestras vidas pasadas. Encerar el mismo piso viejo y oxidado daba el mismo resultado, no importa cuánto lo estregues, las abolladuras siempre se mantendrán firmes. Pasaba lo mismo con muchos de nosotros, los errores no se arreglan de la noche a la mañana, no se olvidan en un pispas, los pecados perduran y acribillan como un martillo en nuestras cabezas cada vez que vienen en gana. Morir y volver para observar los desastrosos rostros que dejaste, es un castigo aún más severo que ser arrastrado por algo tan enigmático cómo lo es la muerte. Se abren viejas heridas, y sangran hasta que duelan, hasta que ardan. Recordándote y haciéndote ver y creer que no estar, es por encima de todo, preferible a vivir.

Pero Atenea jamás lo pensó así.

Ella creía que volver a la vida era la oportunidad perfecta para enmendar errores, reconstruir líos y retomar amistades, al menos las que se consideraban fuertes y sólidas. Para mí, consolidar la costumbre fue tarea difícil, poco tiempo tuve de conocer a mis compañeros de armas, compañeros de élite que no eran los mismos revoltosos, tranquilos o temperamentales niños que en mi juventud perdida conocí.

Sí, juventud perdida.

Revivir con el cuerpo de un adulto de 27 años era tan extraño. Las experiencias que me perdí se hacían más intensas con el paso de los días. Tuve más de una ocasión en la que atendía necesidades "Insanas" ante las reacciones de mi cuerpo con respecto a ciertas cosas. Gracias a Saga y a mi hermano, tuve el "gran privilegio de perder mi Virginidad", cosa que no me desagrado, al igual que tampoco me molestó del todo someter a la presa. Creo que desde ese entonces, he adoptado una postura galante, de tío interesante. Y tal vez me asustaba el hecho de lanzarme a todo lo que se moviera, pero nunca fue así. Por suerte, no era Milo de escorpio, a mí me gustaba conocer que era lo que iba a llevar a una cama, desconocer los antecedentes de tus amantes no era muy recomendable, estudiarlos y hacerlos sentir importantes era aún mejor. Ante todo, soy un hombre extremadamente comunicativo.

Pero jamás previne lo que me pasaría esa noche, en esa discoteca.

Habíamos decidido salir. Sorprendentemente nos encontrábamos todos los dorados. El ambiente no era tenso, al menos no forzado. Tener a los guasones de Milo y Aioria a tu lado aliviaba la tensión con algunos colegas, volviendo la salida y la estadía agradecida. Normalmente cuando salía a sitios como estos, lo primero que hacía era ir a la barra, hablar con el barman y tomar un trago, y seguir platicando con el sujeto.

¿Qué?, Dije que era una persona muy comunicativa.

Pero aquella noche no fue así. Por petición del bello Afrodita de Piscis, todos debíamos convivir de forma armoniosa, por lo cual "debiamos" pasar un tiempo juntos tratando de retomar como Atenea lo mencionó: Antiguas amistades. Y no pude decifrar si la idea me exasperaba, o eran mis presurosas ganas por ingerir una cerveza y buscar el pasatiempo de la noche. En fin, fuí uno de los tantos que se quedarón. ¿Qué podría salir mal?, La mayoría de los caballeros a mi alrededor eran como mis hermanos. No tenía nada de que preocuparme.

Oh, pero yo estaba tan equivocado.

-Bien, empecemos con una productiva dinámica, así podríamos conocer los nuevos gustos y disgustos de los demás. Recordemos que estamos en otra vida, ¡Es como volver a nacer!, Pero sexys.

Camino A Las Estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora