76

30 7 6
                                    

Me sentía como si me hubieran drenado la sangre  del cuerpo y la gravedad me hubiera pegado al piso, quitándome toda la energía. Parecía una estatua, un animalillo al que habían tomado por sorpresa y había quedado medio idiota.

Su voz, tan rasposa y gruesa por las sensaciones intensas, me había dejado total y completamente noqueada. Y sus labios, suaves y dulces, me habían dejado con ganas de más y un sentimiento familiar en la boca del estómago.

—¿Me das otro? —pregunté, con voz aguda por la timidez, y escuché que él ahogó una gran carcajada. Luego tomó mi rostro entre sus manos y con ternura depositó un beso en mi frente—. Oye, ahí no—Señalé mis labios—. Aquí.

La Flor de Lirio tomó mi mano, la cual señalaba mis labios, y la acarició con movimientos circulares. Luego lo oí prender su teléfono y teclear algunas cosas.

—Si sigo, siento que no podré parar —La voz robótica del traductor se escuchó por los altavoces del aparato. Me mordí el labio, sintiendo mis mejillas calentarse.

—No hagas eso, es provocador —Solté mi labio inferior del atrape entre mis dientes y tragué saliva.

Bésalo.

Esta vez, decidí hacerle caso a esa vocecita en mi cabeza. Me incliné hacia adelante con rapidez y busqué sus labios,  pero no los encontré. Hice un pequeño puchero por la desilusión, tenía unas inmensas ganas de besarlo otra vez.

Cuando estaba volviendo a apoyar el trasero en mi lugar, una de sus manos me acunó la mejilla y otra se posó detrás de mi nuca. Sus dedos se enterraron entre mis rizos y tiró de mí hasta que su boca chocó con la mía.

Dejó varios besos en mis labios, cortos y rápidos, saboréandome con ímpetu. Yo, aturdida por las sensaciones, llevé la punta de mi lengua hasta su labio inferior y saboreé su dulzura. Él gruñó y se separó, su respiración era un desastre y lo sentí tensarse.

Él quería más, yo sabía que él quería más. Pero no podía.

—Lo sé, lo entiendo —susurré, y dejé un último beso, largo y lento, sobre sus labios hinchados.

—Debemos irnos, ya es tarde —susurró, y me sorprendió que no utilizara el teléfono, su voz sonó distorsionada por el susurro. Apreté su mano con fuerza, temiendo que se apartara en un instante. De repente un nudo se formó en mi garganta, me imaginé al chico frente a mí marchándose lejos y la angustia se incrementó. Sabía que no lo volvería a ver, no volvería a tocarlo, y eso me mataba.

—¿Ya? — Él notó la desesperación con la que hablé, ya que suspiró con tristeza.

—Lo lamento mucho, pequeña, me encantaría quedarme toda la noche, pero no puedo... —Intenté reconocer su voz, pero de nuevo el susurro transformó su tono de voz en un sonido confuso. Su mano se deslizó suavemente, escapándose de mi agarre, y un sollozo entrecortado se me escapó de los labios. No quería llorar, no era del tipo de persona que dramatizaba todo, pero ese sentimiento que me decía que no volvería a verlo jamás me carcomía por dentro.

Esa sensación de seguridad que sentí desde que me salvó de ser secuestrada, volvía a estar presente, era feliz a su lado. Puede que haya sentido cosas similares antes, pero no se comparaban con las que sentía cuando estaba con él.

—No, Age, no llores... —Me limpié las pocas lágrimas que se habían escurrido entre el pañuelo con un movimiento rápido—. Yo... Dios, lo siento mucho.

—Lo siento, no lloraré más, lo prometo —Sonreí, aunque fuera falso—. Solo, déjame abrazarte una vez, por favor...

Pasaron algunos segundos en silencio hasta que sentí unos brazos rodearme por completo, dándome calor, tranquilidad. Me hundí en su pecho firme. Estaba hecha una pequeña bolita mientras él me abrazaba con fuerza y acariciaba mi espalda. El pañuelo, que se había bajado un poco y tapaba parte de mi nariz, me impedía sentir su aroma, pero pude notar la dureza de su pecho y la anchura de su espalda. Tenía mis suposiciones de que era robusto, pero no sabía mucho más sobre él que lo que mi cuerpo llegaba a palpar bajo los nervios del momento.

La Flor De LirioWhere stories live. Discover now