Sunbae [BTS Fanfic] ✓

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“Palpitaciones secretas”

Era una nueva mañana en Seúl. Se cumplía exactamente un mes desde aquel día en que el CEO les había hablado del reality.

—Chicos a levantarse —exhortó SeokJin.

—Pero si tú sigues en la cama —lo señaló Hoseok, levantando levemente la cabeza para mirarlo adormilado.

Taehyung balbuceó alguna incoherencia. Se sentó en su cama y se mantuvo mirando a la nada un rato, lo suficiente para volver al mundo real.

—Taehyung-ah, aquí tienes —Jimin entró a la habitación y le entregó una caja de tamaño mediano.

—¿Qué es eso, hyung? —preguntó Taehyung frotándose los ojos para acabar de despertar.

—No lo sé. Hye me pidió que te lo diera —explicó Jimin encogiéndose de hombros y sentándose en la cama de Hoseok.

Taehyung abrió la caja, revelando un apetitoso desayuno con espinacas sazonadas y una generosa porción de bibimbap. Adjuntada a la tapa de la caja había una pequeña nota. Taehyung la leyó en voz alta.

—Espero que te guste. Mi madre dice que el mejor camino al corazón de un hombre es por su estómago. No soy una experta cocinando, así que lo siento si el sabor no es el mejor. Ten un día próspero. Atentamente, Kim Hye.

—¡Wao, preparó ese desayuno para tí! —se asombró Hoseok echándole un vistazo al contenido de la caja.

—Al final, si que quiere conquistarte —alegó Jimin.

Taehyung sonrió enternecido.

—Ese bibimbap tiene muy buena pinta. ¿Me das un poco? —cuestionó Jin.

—¡No!

—Pero tengo hambre.

—No, Jin hyung. Este desayuno fue preparado especialmente para mí. Busquese otra cosa que comer —refunfuñó Taehyung.

—Tampoco hacía falta tanto fervor.

El mayor alzó los brazos en el aire, divertido por la reacción de Taehyung.

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Park Jimin tenía un pequeño problema. Bueno, en realidad tenía un problema gigantesco. El pequeño moshi podría muy bien ser confundido con un cachorro rabioso.

En toda la mañana ,y en lo que llebava de tarde, su actividad favorita había sido gruñirle a sus compañeros de grupo cuando siquiera miraban por demasiados segundos a su compañera de agencia.

—Realmente, no puedo seguir así —se dijo a sí mismo mientras caminaba por el jardín.

Estaba teniendo un momento de profunda reflexión filosófica cuando chocó con un cuerpo más bajo.

—Hola, Jimin —le dijo la peliazul.

Jimin dió un grito acompañado por un salto hacia atrás. La observó con sorpresa, parecía haberla llamado con los pensamientos.

—¿Qué haces aquí fuera? —le inquirió.

—Correr, ya sabes, para mantener la figura. Siempre le doy dos vueltas a la casa —le respondió la chica.

Entonces Jimin deparó en su atuendo. Era ajustado, deportivo y no dejaba mucho a la imaginación. Apartó la mirada sonrojado.