4. El secreto de Mia

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...

C U A T R O

» Los afectados suelen encerrarse en sí mismos y en su mundo interior. En la mayoría de los casos, es frecuente que se queden encerrados en su habitación y eviten la compañía de los demás

...


—Es extraño ¿verdad?

Ethan tomó asiento al lado de Casey en aquel banco del jardín trasero del Internado.

—Sí, se siente extraño estar aquí —murmuró ella sin apartar la vista del frente.

Observó curiosa a las pocas personas que estaban allí, pues la mayoría prefería quedarse en su habitación o deambulando por los pasillos. Unos niños jugaban a lo lejos, otros de mayor edad estaban sentados en bancas similares repartidas por todo el amplio lugar y en el pasto.

—Te acostumbras.

Ethan reparó en qué ninguna de las supervisoras estaba cerca ni parecían prestarles atención. Aun así pronunció lo siguiente un tanto divertido:

—Me llamo Ethan ¿y tú?

La ojiazul por fin volteó a mirarlo con extrañeza, pero le siguió el juego.

—Verónica.

—¿Verónica? —repitió el castaño levantando una ceja, pero le extendió su mano—. Pues mucho gusto.

Se estrecharon las manos como si se presentarán por primera vez. Casey soltó una risa porque Ethan no la soltaba y seguía moviendo sus manos de arriba a abajo.

—Esto también es extraño.

—Un poco —aceptó él alejando su mano por fin—. Y dime, ¿lloras mucho?

Casey arrugó el entrecejo sin entender.

Ethan se encogió de hombros y continuó:

—Se nota y creo que Verónica no te queda para nada. Te diré llorona.

Casey echó una mirada cautelosa al rededor buscando alguna supervisora o enfermero antes de preguntar lo siguiente en un tono bajo:

—¿Por qué me estás hablando?

—¿Porque quiero ser tu amigo? —dijo él como si fuera obvio.

—Dijiste que era peligroso acercarnos.

—¿Que si soy peligroso? Un poco, puedo hacer que engañes a tu novio conmigo.

—No voy a engañar a Matt.

Ethan rodó los ojos.

—Sí, sí. Se aman demasiado. —apretó los labios y cambió de tema—. Entonces, ¿me extrañaste en estos cuatro días que no nos vimos? Yo sí a ti, un poquito.

—También te extrañé —admitió Casey con sinceridad, pero se aclaró la garganta al instante y agregó—. Un poco.

Ethan sonrió.

El tormento del Asesino © [Trastornos 2]Where stories live. Discover now