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La princesa Maxine Windsor, primogénita de las cuatro hermanas Windsor y futura heredera al trono, no era nada más y nada menos que una magnífica bruja.
Al recibir su carta de Hogwarts a sus once años, la familia real se regodeó de alegría y esperanza. La verdad era que Maxine no era la primera de su dinastía en poseer dotes mágicos. De hecho, la realeza solía ser una familia de brujas y magos de poderes extraordinarios. De sangre azul. Al menos hasta el gran error de Juan I de Inglaterra. Su incompetencia y sed de venganza sentenció al trono hasta el fin de los días. Hechizó su propia sangre de modo que fue el último en su nombre en poseer habilidades mágicas y por consiguiente, condenó a sus hijos, los hijos de sus hijos y a toda unión relacionada con la corona a una vida sin poderes. En otras palabras, dio lugar a una eterna familia de squibs.
Luego de más de setecientos años, llegó Maxine al mundo. Desde el momento de su concepción, el rey y la reina apreciaron lo diferente que era. De sus heridas frescas brotaba un elixir cerúleo como el de sus ancestros mágicos reales. Al salir del vientre de su madre, la reina Isabel, los lirios marchitos de los altos jardines comenzaron a florecer en un abrir y cerrar de ojos, las aves comenzaron a rodear el palacio batiendo sus alas en majestuosa sincronía y el sol resplandecía de una manera tan peculiar para la fría y gris tierra inglesa.
En sus primeros años, Maxine demostró ser una prometedora niña talentosa, con increíbles capacidades para las artes mágicas y un intelecto superior al de las niñas de su edad. A la edad de seis años conjuró sus primeros hechizos sin poseer varita, y desde entonces su padre, el rey Philip de Edimburgo, le proporcionó a la pequeña un mentor para guiarla en el desarrollo de sus capacidades que, a simple vista, no eran tan comunes como la de los otros niños magos.
Maxine se convirtió eventualmente en una niña de múltiples talentos. Atenta, obstinada y pragmática a la hora de alcanzar sus objetivos. Entre ellos, convertirse en la reina de Inglaterra bajo sus convicciones, ya que después de tantos años, la magia volvería a ocupar el trono.
Sin embargo, la familia real quería mantener un perfil bajo respecto a la gran pequeña. De hecho, su condición pasaba desapercibida bajo la mirada de los muggles y el mundo mágico. Alguien como ella resultaba ser de gran valor o, visto desde otra perspectiva, una gran amenaza. En especial para Grindelwald, quien no titubearía en reclutarla o forzarla a unir fuerzas.
Por lo tanto, para cuando Maxine cumplió once años, rechazó su carta de Hogwarts y decidió filtrarse en la otra punta del mapa, lejos del peligroso escrutinio.
Maxine se convirtió en una ejemplar alumna de Castelobruxo, el colegio de magia y zoología en Brasil. Allí la llamaban Máxima, para esconder su origen. Aprendió portugués y español fluido, puesto que casi todos los magos sudamericanos atendían Castelobruxo. La especialidad de la escuela era, gracias a su ubicación en la selva amazónica brasileña, herbología y magizoología. Asignaturas en donde Maxine destacaba pero no mostraba mucho interés teniendo en cuenta el brillante futuro que venía planeado en su cabeza.
Para cuando Maxine cumplió dieciséis años, la familia real se encargó de buscar un prometido para que, llegado el momento, Maxine pudiese reinar junto a su mano. Ésta última no simpatizaba con la idea de relacionarse con un hombre a fin de poder mostrar su valor. Por el contrario, estaba en lo alto de su lista llegar a ser la mujer más poderosa sin ninguna persona opacándola. Pero, pertenecer a la aristocracia no era una tarea sencilla y desobedecer las órdenes del rey no era algo prudente por el momento.
Maxine se vio obligada a dejar Castelobruxo, convencida de que su propia enseñanza sería más fructífera y volvió finalmente a su lugar en el palacio.
No obstante, en una cálida noche de verano, recibió la visita de Albus Dumbledore, un hombre quien juraba ser profesor de Hogwarts, el colegio de Magia y Hechicería para brujas y magos del Reino Unido y alrededores.
Éste le ofreció una plaza en el sexto año, dándole la oportunidad de destacarse en las materias que ella tanto quería adentrarse y, por su puesto, finalizar sus estudios. Se le prometió poder cargar una identidad falsa y un perfil bajo, complaciendo así a los reyes de Inglaterra y dejando en claro que el castillo de Hogwarts era el lugar más seguro del mundo.
Maxine aceptó.
Lo que sea para escapar de la tortuosa demanda de sus padres en querer encontrar un marido.
Lo que sea para saber más. Para ganar adeptos y para tantear su fantástico futuro.
Todo parecía encajar a la perfección, hasta su llegada a Hogwarts. Tras ser sorteada en una casa desconocida, la heredera ganó el respeto inmediato de todos los estudiantes y profesores.
La heredera de Bringstone.
Laverna Bringstone, la quinta fundadora de la que los libros temían hablar y los hechiceros elegían no creer. La mujer que conquistó el corazón de la serpiente. La mujer que derrocaron por miedo a sus convicciones.
LEER EN BLANCO PARA UNA MEJOR EXPERIENCIA.
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VISIÓN, INSTINTO, SUPERIORIDAD, ELOCUENCIA, GRACIA, ELEGANCIA Y SANGRE REAL
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