9. 1859

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Cada vez me doy más cuenta de que no he elegido el mejor momento para volver. Los Mikaelson tienen todas su atención en su madre y Rebekah me ha pedido que me mantenga al margen de sus investigaciones. Por otro lado, estar en la misma ciudad que los hermanos Salvatore me hace revivir los años que pasamos juntos. 

Fue en 1859. Estaba cansada de huir de un lado a otro. Quería asentarme en un lugar fijo durante un largo tiempo. Hace casi un siglo que no me asentaba en un sitio. La última vez había sido con los Mikaelson, y al terminar ese periodo me despedí de Peter Facinelli. Cuando llegó a mi cabeza la idea de querer vivir tranquila, corrí hacia Mystic Falls. Siempre acababa regresando. El primer día que llegué, lo noté muy cambiado. La ciudad y las personas. Comprobé mi aspecto y me dije que si quería vivir entre humanos durante un largo tiempo, debía aparentar y comportarme como ellos.

Mi primera decisión fue robar ropa de una casa humilde. No tardaría más en una semana en devolverles lo robado a cambio de dinero. Supe que con eso habían podido comprar un nuevo caballo.

Siempre me gustó usar mi inmortalidad para hacer el bien aunque no podía olvidar que alimentarme de humanos me mantenía con fuerza.

No solía llevar demasiado dinero conmigo así que tuve que engatusar a un hombre para que me invitara a la casa de su amo, un joven que poseía montones de tierras a su nombre y mucho dinero. Me colé en su casa y robé algunas cosas que estaba segura que no notaría en falta. Encontré a alguien que compraba ese tipo de artículos y obtuve una gran cantidad de dinero por ellos. En aquella época, no hacía falta mucho dinero para construir una casa. No como ahora.

Decidí comprar uno de los terrenos de Mystic Falls, justamente el mismo en el que había vivido mi familia muchos siglos atrás. La buena ubicación del lugar me permitía no estar muy lejos del centro de Mystic Falls y a su vez tener intimidad.

Tardaron tres meses en levantar una hermosa mansión. Tallé yo mismo un cartel con mi apellido "Miller" y lo coloqué encima de la puerta. Durante esos tres meses me permitió conocer a casi todo las personas que habitaban el pueblo. No tardé en descubrir que había varios habitantes que odiaban a los vampiros.

Ilusos. Ni siquiera sabían que uno de ellos vivía en el pueblo. Tuve que inventarme una historia para que me aceptaran en el pueblo. Elegí a un matrimonio anciano a los cuales les alteré un recuerdo que tenían sobre una familia que hacia siglos vivía en el pueblo, los cuales se marcharon cuando la mujer enfermó de gravedad. Les hice recordar que en aquel momento la mujer estaba embarazada y finalmente tuvo una hija. Yo era la nieta de esa hija que había regresado sola al pueblo, después de que toda mi familia muriera. Con el dinero que me habían dejado, construí la casa que los trabajadores del pueblo construyeron.

No supuso un problema que la gente creyese la historia. Incluso fue mejor de lo que esperaba, porque la gente se alegraba que decidiera rehacer mi vida en Mystic Falls.

Por tanto, fui bien aceptada en el pueblo. No resultaba difícil sonsacar información a los humanos. Con unos chupitos del whisky de la casa, te confesaban los mayores secretos del pueblo.

Fue gracias a esto que descubrí las ansias de exterminar a los vampiros de algunos miembros del Consejo del Fundador. Descubrí que el peor de todos era Giuseppe Salvatore, un hombre que vivía con sus dos hijos. Cuando llegué al pueblo, no tardé en escuchar los rumores de que la esposa estaba enferma y se había marchado, para finalmente morir de tuberculosis. Debido a esto me tomé la libertad de pasarme de vez en cuando por allí y llevarles alimentos que yo misma producía en mi huerta.

Tenía la mejor huerta del pueblo pero solo porque sabía dónde buscar las mejores semillas. A pesar de ser un hombre desconfiado, sobre todo con los extraños, no sospechó de mí, y eso me permitía merodear por la zona. Fue ahí cuando conocí a Damon y a Stefan. Eran unos niños que vivían con un hombre despiadado y abusivo al que debían de tratarlo como un padre.

Para ser más concreta, solo Stefan era un niño de 11 años. Su hermano Damon ya era un joven de 19 años. Cuando Damos se marchaba de la casa y su padre estaba en el ayuntamiento, me acercaba al jardín de la casa, donde encontraba a Stefan leyendo un libro. Era un niño inteligente que llamó mi atención. Siempre hablaba maravillas de su hermano pero él nunca estaba en la casa.

Un día me entretuve más de lo habitual con Stefan. Le había traído un libro que le llamó la atención y me estaba contando lo que le parecía cuando el ruido de la puerta del jardín llamó mi atención. Un joven guapo y alto me miraba con curiosidad. Esa fue la primera vez que nos vimos cara a cara y descubrí que tenía una gran expresividad así que no pudo ocultar su sorpresa e interés hacia la bella mujer que se encontraba en el jardín de su casa con su hermano pequeño, el cual se sentía bastante cómodo en presencia de la mujer.

- ¿Quién eres tú? – preguntó Damon 

Crónicas vampiricas III (Damon Salvatore y tu)Where stories live. Discover now