14. No quiero matarte

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- Damon, Damon.... Siempre tan directo – digo analizando sus palabras

Desde hace tiempo sé que Damon me odia y que su odio es tanto que hasta prefiere ser él quien me mate con sus propias manos. Hace tiempo escuché que su personalidad como vampiro era muy diferente a la que había sido como humano. Irónico y sarcástico, que no siente nada de amor, ni de humanidad por nadie. Un vampiro sádico, ególatra, arrogante, sociópata, vengativo, desconfiado, no tiene piedad con aquel que le ha hecho sufrir demasiado.

Ahora que lo tengo delante, no puedo evitar recordar el Damon que yo conocí.


Febrero, 1860

A pesar de ser invierno, era una mañana agradable. Me encontraba lanzando un poco de sal en la entrada de la casa para no llevarme ninguna sorpresa: no quería que ningún humano resbalase y eso provocase una herida que claramente nunca volvería a cerrar.

Aunque mi control por la sangre humana era buena, eso no quería decir que de vez en cuando no tuviera que ausentarme unos días para poder saciar mi apetito. Un olor conocido inundó mis fosas nasales y al levantar la cabeza, el jovencito Salvatore apareció delante de mí.

- Hola Stefan

- ¿Hace mucho que has regresado?

- Apenas unos días. Me he mantenido ocupada – digo lanzando el ultimo puñado de sal

- Estos días ha caído una gran nevarada – responde Stefan. Lo veo de un buen humor. El pobre Stefan no sabe ocultar sus sentimientos y se nota cuando algo va mal en su casa.

- Cierto – respondo

- Me dirigía al pueblo a hacer unos recados. ¿Necesitas que te traiga algo?

- Pues te lo agradecería – digo aunque en realidad no necesito nada. De vez en cuando está bien que en el pueblo vean que compras comida. Meto la mano en el bolsillo y saco un puñado de monedas que robé a un joven ricachón con el cual me crucé hace un par de días. - ¿Podías traerme pan y un par de manzanas?

- Por supuesto – Stefan agarra las monedas y sale veloz hacia el pueblo.

Me meto en la casa y enciendo la chimenea. Algunas veces me integro en el bosque en busca de leña- No es que necesite mantener la casa caliente pero es señal de vida que salga humo de las chimeneas en pleno invierno. Diez minutos después, me encuentro en la cocina, limpiando los muebles. Oigo que llaman a la puerta y grito un "Pasa".

Termino de limpiar la puerta del armario cuando percibo un olor diferente. Al girarme, el joven Damon Salvatore, con timidez, entra en mi cocina cargado con una bolsa.

- Siento molestarla – dice cortésmente – Me crucé a Stefan en el pueblo y me dijo que usted le había encargado algo. Decidí venir en lugar de mi hermano. No quiero que Stefan suponga una molestia para usted.

- Oh, no es ninguna molestia – digo abriendo la puerta de un armario, dejando ver la comida que guardo en él – Su hermano me cae bien. Es bueno de vez en cuando alegría juvenil en esta casa tan solitaria.

Damon sonríe y deposita la comida en la mesa.

- De todos modos, no debería andar por aquí. A mi padre no le gustará

- Tu padre

- Sí, es alguien muy... especial – dice buscando una palabra adecuada

- Dirás dictador y tal vez severo

Damon no responde pero veo en sus ojos un asentimiento.

- A veces no es malo odiar a tus padres

- ¿Usted odia a los suyos?

- Los míos llevan tiempo muertos – me muerdo la palabra siglos.

- Oh, lo siento, no pretendía...

- No lo sabias. Es normal que preguntes y sí, alguna vez también odié a mis padres. Me obligaban a hacer tareas que no quería, a hablar con gente que no quería o me prohibían acercarme a otros... Lo único bueno al final fue que lograron tener una mente abierta a pesar de las circunstancias

- ¿Qué circunstancias?

Guardé silencio. Cuando regresé a casa convertida en vampiro, mis padres me acogieron y viví con ellos hasta su muerte. Nunca me echaron de casa y, a pesar de que había cambiado, se alegraban de tenerme allí.

- Digamos que cambié y aun así nunca me renegaron como hija

- Aunque yo cambiase, mi padre nunca me aceptaría.

- A nadie le enseñan cómo ser un buen padre pero eso no quiere decir que debas aguantar todo.

Damon me miró. Le brillaban los ojos pero no dijo nada más. Se despidió cortésmente y salió de la casa.

Nunca pensé que mis palabras fueran tan profundas como para cambiar algo en el interior de Damon.

- ¿Quieres que nos pongamos sentimentales? Nunca ha sido tu fuerte

- El plan es matar a un original pero no sabemos a quién matar

- ¿Y si no lo sé?

- Me extraña que no sepas quien te convirtió cuando tienes una relación tan estrecha con los Mikaelson – dice Damon

- Siempre tan observador. Dime, ¿es tu manera de decirme que no quieres verme muerta?

- Solo quiero saber por qué te fuiste y que tiene que ver conmigo

- No creáis que podéis matar a los Mikaelson con tanta facilidad

- ¿Segura?

- Completamente. Los Mikaelson no son de esos que se dejan atrapar y de ser así solo podría ocurrir si alguien les...

Guardé silencio. Los Mikaelson solo morirían si alguien les dejase morir. La única persona capaz de matar a los Mikaelson o de ayudar a que eso ocurriese solo podía ser Esther. Los verdaderos enemigos no son Finn o los Salvatore sino la creadora de los originales y todos los vampiros a día de hoy existentes.

- ¿Cuál es el plan? – pregunto

- Alaric quiere ayudar a Esther a eliminar a los Originales para siempre.

- ¿Y tú estás de acuerdo? - Damon no responde pero veo que evita mirarme - ¿Cuándo?

- Está sucediendo ahora

- ¿Qué? – pregunto y antes de que pueda moverme, Damon se adelanta, me parte el cuello y caigo inconsciente.

Cuando me despierto, varias cosas inquietantes han ocurrido, la una más preocupante que la anterior: Alaric se ha convertido en un vampiro original mejorado con su alter ego más oscuro al mando y Bonnie Bennet está delante de mi mientras me encuentro acostada en la cama de Damon Salvatore. 

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⏰ Last updated: Aug 15, 2023 ⏰

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Crónicas vampiricas III (Damon Salvatore y tu)Where stories live. Discover now