Capitulo cuatro. Dos mujeres diferentes.

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—Si te comes el gusano, bebes gratis.

—¿Qué?—Yibo subió los ojos del maltratado mesón de madera del bar, una sonrisa tirando ya de sus labios.

La chica, que le había estado observando por el rabillo del ojo durante la última hora, saltó sobre el taburete junto al de él.

—Dije que si te comías el gusano, — ella señaló a la botella gigante de tequila posada detrás de la barra— obtienes el resto de tus bebidas por cargo de la casa.

Yibo se rió. —No gracias, no soy tan pobre.

—Ah... pero apuesto a que eres así de loco, —dijo ella con un guiño. Sonrió en torno a su vaso —Ahí me atrapaste.

—Mi nombre es Emily. —Le ofreció sus delgados dedos, fríos contra su palma. Su pulgar recorrió a lo largo de la línea de la vida cuando libero la mano de su apriete.

—Yibo.

—Así que ¿qué estás haciendo en México,yibo?

—Estoy trabajando.

Las cejas de Emily se dispararon hacia arriba, su rostro reflejando amigable escepticismo. —¿Trabajando?

—Sip.

—¿Haciendo qué?

—Esto y aquello.

Entonces fue el turno de Emily de sonreír, sus ojos brillando con indomables ideas. —Eres muy misterioso.

Ella no tenía idea. —¿Qué estás haciendo aquí? —Preguntó Yibo, dirigiendo la conversación hacia un territorio más neutral—. ¿De vacaciones?

—Si, un viaje con amigos. —Ella señaló con la cabeza hacia el grupo de chicas reunidas al final del bar, todas las cuales lanzaban miradas a escondidas a Yibo cuando ellas creían que él no estaba mirando, esperando por su oportunidad por si Emily no conseguía nada.

—¿Hey, ustedes dos quieren algo? —preguntó el cantinero, usando un trapo sucio para secar el espacio entre los codos de Yibo, siendo más exitoso en desparramar las manchas remanentes de las bebidas anteriores que en verdad limpiar nada.

Ella le recordaba a las chicas salvajes que había conocido en la secundaria quienes se movían demasiado rápido y se reían demasiado fuerte y no daban ni una mierda por lo que pensaran en el pueblo de ellas porque lo único por lo que se preocupaban era sobre cómo salir de ahí, irse lejos. Tal como Yibo. Empezó a sentir los chispazos de atracción en la punta de los dedos y en su entrepierna; se pregunto si el cuello de Emily sabía igual al modo en que olía, si su aroma a frutas persistiría en su lengua.

Todo era tan mala idea.....

—Seguro. —Sonrió él, sacando una rosa roja de un florero del bar y colocándola detrás de la oreja de Emily—. Soy un jugador.

Fue después de las nueve en punto cuando Yibo finalmente apareció en la puerta del dormitorio, su camiseta blanca arrugada y obviamente había dormido con ella puesta, sus jeans aún desabrochados en la cintura.

—Buenos días, —masculló hacia Zhan, quien estaba sentado en el sillón con un tazón tibio de café en la mano.

—Hay café en la cocina, —dijo Zhan—. Algo de cereal también. Pero tendré que correr a comprar víveres más tarde. Este lugar no está precisamente surtido.

Después de que había recogido a Yibo en la librería el día anterior, habían venido directamente a este apartamento, uno de los muchos que el FBI mantenía solo con este propósito: esconder testigos e informantes lejos del mundo. Zhan había sido afortunado que este estuviera disponible; al menos tenía dos dormitorios y estaba en una parte decente de la ciudad. Había incluso un pequeño balcón afuera de la sala de estar. La última vez que había tenido que 'hacer de canguro' para alguien así, había tenido que dormir en un sofá lleno de bultos durante cuatro días. Esta temporada con Yibo prometía durar mucho más tiempo; estaba agradecido de tener una habitación para él mismo.

Tonos Grises (ZhanYi- Yizhan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora