Capitulo cinco. Confusión.

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Zhan supo que había dormido de más por la fuerza de los rayos de luz pasando a través de los bordes de las persianas que acariciaban su rostro como dedos cálidos.

Solo dos días viviendo con Yibo y ya estaba -Nock-Aut-. Quedándose hasta tarde, bebiendo cerveza y fumando, durmiendo después de las cinco y treinta a.m.

Juzgando por la luz debían ser cerca de las ocho en punto.

Patético, Zhan.

La sala estaba vacía, la puerta del cuarto de Yibo cerrada.

Algo no estaba bien; Zhan lo sintió casi inmediatamente, los vellos en sus brazos se erizaron. Había un curioso vacio en el apartamento, demasiado incluso si Yibo continuaba durmiendo. El baño estaba oscuro, la cocina silenciosa. Zhan fue hasta la puerta de Yibo y la golpeó con la palma de su mano. Sin repuesta.

—¿Yibo? —llamó, la manija de metal fría contra su mano—. ¿Yibo?

No estaba en su habitación, el único signo que mostraba que lo estuvo, eran las sábanas y cobijas tiradas como fuera, al pie de la cama. Zhan regresó por segunda vez a la cocina, mirando hacia el balcón mientras pasaba. La puerta delantera estaba cerrada. Pero la cadena, la cual estaba puesta cuando se fueron a dormir, colgaba libre. Un pedazo de papel blanco, la parte de atrás del menú de pizza, estaba pegado a la puerta.

"Zhan, tuve que salir por un rato. Vuelvo pronto. Yibo."

—¡Hijo de puta! —gritó Zhan, corriendo hasta su habitación para colocarse apresuradamente sus tenis. Se metió el arma cargada en la cintura y agarró el celular del revoltijo en la parte superior de su vestidor, tirando unas monedas al suelo. No estaban sus llaves. El maldito se había escabullido mientras dormía y se llevó sus ¡putas llaves! . Corrió a toda prisa hacia la acera vacía. Podía ver su Jeep aparcado donde lo había dejado, una manzana abajo del lado opuesto de la calle. Así que Yibo se fue a pie.

¿Pero a dónde? Habían unas cuantas tiendas cerca, pero en una mañana de domingo todo estaría cerrado.

Solo escoge una dirección y empieza a caminar.

Zhan giró hacia la izquierda, trotando por la calle, los ojos buscando un destello de cabello negro. ¿Qué diablos estaba pensando Yibo? Fuera en la calle, delatando su posición, arriesgando su vida. ¡Maldito idiota! Dos manzanas más abajo y Zhan solo se había encontrado con un perro solitario olfateando cerca de una planta llena de suciedad y una mujer con una bata cobijándose con el periódico matutino. Zhan estaba a punto de darse por vencido y regresar en la dirección opuesta, cuando vio un auto estacionado cerca y alguien en la calle inclinado sobre la ventanilla del conductor. Yibo.

Zhan contuvo el impulso de correr por la calle gritando el nombre de Yibo, agarrarlo por el cuello y arrastrar su arrepentido trasero de regreso al apartamento.

En vez de eso, se detuvo en la acera, escondido por un grupo de robles que adornaban la calle a intervalos regulares, sus ramas desnudas apuntando hacia el cielo.

El sujeto que manejaba el Mercedes no se veía familiar. Por lo que Zhan podía ver que tenía su edad, unos treinta, cabello castaño corto, gafas oscuras. Sonriéndole a Yibo. Y este le devolvía la sonrisa, una mano apoyada despreocupadamente contra el techo del auto mientras echaba la cabeza para atrás y se reía. El hombre en el auto apartó su mano izquierda del volante y la sostuvo fuera de la ventana, donde Yibo la tomó en la suya, el gesto una mezcla entre un choca-esos- cinco y un apretón de manos. Zhan sintió un leve ardor contra su piel, chispas rojas de furia contra sus parpados mientras el Mercedes se alejaba, dejando a Yibo con la mano arriba en una despedida. Súbitamente Zhan estaba lleno de bilis, ardiente y burbujeante en su estómago, la necesidad de escupir su ira subiendo como vomito en su garganta.

Tonos Grises (ZhanYi- Yizhan)Where stories live. Discover now