CAPITULO TRES. Visitante

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feliz cumpleaños a Wei WuXian, dedicado a este iconico personaje. Mi personaje favorito.

-¡Hey, chico! -una voz llamó, en un tono bajo y sin fondo, algo casi subterráneo en el sonido

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-¡Hey, chico! -una voz llamó, en un tono bajo y sin fondo, algo casi subterráneo en el sonido.

Yibo se giró, sosteniendo una mano para escudar sus ojos de la luz que se reflejaba en el automóvil negro detenido detrás de él. La ventana trasera estaba abierta parcialmente, una delgada columna de humo flotando saliendo hacia el brillante calor del aire.

-¿Si? -preguntó él, irritado. ¿No podía ver el idiota que la línea para lavado de autos empezaba al otro lado del edificio?

-Ven aquí.

Yibo tiró al suelo su trapo y se acercó al auto, inclinándose un poco para mirar hacia el interior. No pudo ver mucho, sus ojos cegados por la luz del sol no servían para nada al mirar hacia el oscuro interior.

-¿Qué? -preguntó él. Terminaría con su pago en el banquillo si no regresaba al trabajo.

Una risita baja se escuchó desde el asiento de atrás, la primera de un millón de veces que ese silbido de serpiente le helaría la sangre a Yibo.

-Tengo una proposición de trabajo para ti.

-Yo ya tengo un trabajo, -dijo Yibo, apuntando hacia atrás hacia el sedán verde, pero incluso él pudo reconocer su tono medio dudoso.

-¡¡Ah.. .me equivoqué!! Pensé que lucias como alguien interesado en algo más que secar autos para vivir. -La ventana del auto empezó a subir en el silencio posterior.

Yibo permaneció ahí por un momento, debatiéndose en qué hacer. Sus entrañas le decían que se alejara, rápido. Su compañero de lava autos estaba gesticulando hacia él, y sería despedido si no regresaba al trabajo en unos minutos. Pero odiaba este trabajo, resentía la vida que había conseguido de las sobras de otras personas. El auto negro no se había movido aún. Yibo lo tomó como una señal, extendió la mano y golpeó ligeramente con los dedos en la ventana con su dedo índice.

La ventana permaneció cerrada, pero la puerta se abrió por una mano invisible, una ráfaga de frio aire golpeó contra las febriles mejillas de Yibo.

-Entra, -dijo la voz, sin espacio para la desobediencia.

Su compañero le estaba llamando por su nombre, pero Yibo no le respondió. Se deslizó dentro del auto en un rápido movimiento, al resbalar su sudada espalda contra el frio cuero le envió helados ramalazos de hielo subiendo por la espina.

Yibo cerró la puerta, ajustándose lentamente a la penumbra. Una delgada cara oscilo en dirección de Yibo-los ojos brillando como oscuros diamantes, las mejillas picadas con viejas cicatrices de viruela, un diente de oro plateado jugando a las escondidas detrás de una despiadada sonrisa.

Tonos Grises (ZhanYi- Yizhan)Where stories live. Discover now