Capitulo seis: Preguntas, respuestas y ...¿Nos besamos?

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*Liziba: tren que desaparece en un edificio.

Diablos, si los de Atwood pudieran verlo ahora. Yibo-una vez jodido, por siempre jodido- Wang, en un traje de dos mil dólares, sorbiendo champaña costoso. Cierto, el esmoquin sólo era un préstamo y en la vida diaria de Yibo y había más McDonald's que restaurantes chinos, pero aun así, no estaba mal... para nada.

—Yibo. —Una fuerte mano se cerró sobre su hombro, clavándosele hasta los huesos—. ¿La estas pasando bien?

Yibo sonrió, la feliz sonrisa de me-gustaría-besarte-el-trasero.

—Muy bien, Sr. WenHan.

—Bien, bien. — Li tomó una copa nueva de champaña de un mesero que pasaba—. ¿Dónde está Emily?

—No pudo llegar. —Yibo se detuvo—. En verdad, tenemos unos problemas en el matrimonio.

WenHan frunció el ceño. —Lamento escuchar eso. Espero que tu situación personal con ella no afecte nuestro uso de sus servicios.

—No. Por ahora, todavía esta adentro, —dijo Yibo con cuidado, sin querer comprometerla por un largo tiempo, pero sin querer hacerla ver como indispensable.

La extraña combinación de miedo y lealtad que Li siempre le producía le congelaba la sangre. Sería mucho más fácil si simplemente pudiera odiarlo.

—El lunes en la mañana volvemos al negocio, —le recordó Li con un guiño, moviéndose hacia los invitados.

—Seguro, —respondió detrás de él, esperando hasta que Li desapareció para tomarse el resto de la champaña en un solo trago.

Yibo desvió la mirada, los ojos atrapados por el hombre cerca del juego de puertas francesas, un risa perezosa alrededor de la copa de champaña que lo espiaba.

Mierda, mierda, mierda.

—Yibo —dijo Seungyeon yendo hacia donde estaba Yibo, la mueca reemplazada por una pequeña risa divertida e indulgente.

—Cho

—Elegante fiesta.

—Si.

—Debe ser bueno interactuar, —comentó Seungyeon—. He escuchado que Leavenworth no es como un picnic.

Yibo se encogió de hombros. —Sobreviví. —Buscó entra la multitud por alguien que reconociera, alguien que proveyera una excusa para su partida.

—¿Sabes en quien estaba pensando el otro día? —preguntó Seungyeon, la voz casual pero los ojos brillantes, como fuego dorado, anticipando el placer de provocar dolor.

No lo digas, pensó Yibo frenéticamente. No te atrevas a decir el maldito nombre. Te mataré. Te arrancaré la garganta con las manos, te...

—Zhou, —continuó—. ¿Lo recuerdas?

Yibo apretó la mandíbula, indiferente de la mejilla entre los dientes, saboreando demasiado tarde la sangre que se derramaba de la mejilla desgarrada.

—Si, —se las arregló para decir al fin, con la voz estrangulada—. Lo recuerdo.

Seungyeon sacudió la cabeza, juntando los ojos en una burla de preocupación.

—Que mal lo que le pasó. Tuvo que ser una fea manera de partir.

Yibo podía sentir el sudor bajando por su cara, el estómago aflojándose con el terror y el recuerdo, la respiración tornándose agitada mientras puntos brillantes surgían frente a sus ojos.

Tonos Grises (ZhanYi- Yizhan)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum