Los últimos sobrevivientes

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El mundo se fue al carajo. El apocalipsis zombie dejó de ser una fantasía reservada sólo para la ficción. El caos reinaba en las calles y los sobrevivientes eran cada vez menos. No existía cura, antídoto o solución posible para salir de este infierno desatado en la tierra. 

Cuando la humanidad estaba a punto de darse por vencida, un científico descubrió la manera de hacer llegar un mensaje al pasado; la única forma de cambiar la realidad del presente, era modificando los acontecimientos del pasado. 


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El doctor Sullivan había inventado la extraña máquina con la que mandamos aquel mensaje advirtiendo de la inminente tragedia que se avecinaba. Sin embargo, modificar el pasado sólo crearía otra línea temporal; nuestro mundo ya no tenía oportunidad de ser socorrido.

O eso pensábamos...

Transcurría una terrorífica noche cuando sucedió. Nuestras exiguas reservas de comida se extinguían, y una horda de zombies esperaba hambrienta afuera del laboratorio.

Estábamos acorralados; sólo era cuestión de tiempo para que muriéramos de inanición o, si esos monstruos conseguían derribar la puerta, de ser devorados.

Pero entonces vinieron ellos.

Escuchamos disparos y bombas aquella inquietante madrugada. ¿Sobrevivientes?, pensamos. Se supone que éramos los últimos en aquel laboratorio, y no superábamos la veintena.

Después, la atmósfera se tornó tranquila, pacífica. Los espeluznantes guturales que producían esas abominaciones cesaron. 

Pensamos que por alguna razón habían desaparecido, o tal vez muerto. Queríamos creerlo, queríamos tener la esperanza. Pero entonces escuchamos cómo golpeaban la puerta de nuevo, y esta vez en serio parecían tener la fuerza para demolerla.

Nos armamos de valor, pues era lo único que nos quedaba, porque ya no teníamos municiones ni armas para defendernos. Solamente algunas sillas y cuchillos.

La puerta sucumbió ante la tenacidad de esas bestias caníbales. Estábamos preparados para lo peor. Sin embargo, lo que vimos no eran zombies, sino hombres con trajes de combate futuristas.

 —¿Ronnie Sullivan? —habló uno de ellos.

—Soy yo —respondió el doctor a mi lado.

—Somos de otra línea temporal, y venimos a rescatarlo por haber salvado nuestro mundo.

Oneshots y MicrorrelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora